En menos de un año, la vida laboral de un gran porcentaje de nosotros ha dado un gran vuelco a causa de la pandemia generada por la COVID-19. Hasta hace poco, la idea de poder trabajar desde casa de forma habitual nos parecía algo lejano. Muchas empresas veían esta opción con recelo, desconfiando del compromiso y la eficiencia de los empleados si no estaban presentes en la oficina. Pero ahora, el teletrabajo ha pasado a ser considerado ya no sólo una solución temporal para que las empresas puedan seguir funcionando, sino también la mejor opción posible para la mayoría de los trabajadores del futuro.
Millones de personas que antes trabajaban siempre en una oficina, con un ordenador en su mesa, ahora lo están haciendo desde cualquier lugar, con el único requisito de contar con una conexión a Internet. Este cambio ha sido sin duda el primer indicador de la denominada «nueva normalidad».
Pero identificar la verdadera magnitud de esta nueva normalidad se ha convertido en uno de los grandes retos de las empresas. La pandemia ha demostrado que muchas de las formas tradicionales de gestionar un negocio han dejado de ser adecuadas. Incluso nos ha hecho aceptar el hecho, como defienden muchos epidemiólogos, de que es posible que la COVID-19 no sea un incidente aislado y extraño, sino la primera de otras pandemias que vendrán en el futuro.
Por este motivo, la “nueva normalidad” que nos espera va a tener que ver con algo más que conseguir que el personal de oficina pueda trabajar en remoto. La pregunta que se nos plantea es saber si podremos crear también opciones de trabajo a distancia, más seguras, para otros profesionales que no llevan a cabo su labor en una oficina. Y la buena noticia es que la respuesta es afirmativa porque la tecnología que necesitamos para conseguirlo ya está disponible y podremos hacerlo posible gracias a la gamificación.
Estas tecnologías de gamificación son ya hoy sorprendentemente realistas y eficaces. Se dice incluso que pilotos profesionales están utilizando los últimos simuladores de vuelo para hacer prácticas y mantener sus habilidades actualizadas. Así que, si somos capaces de integrar estas tecnologías con unos servicios de comunicaciones que dispongan del suficiente ancho de banda y unas infraestructuras informáticas capaces de ofrecer gestión de datos y servicios en tiempo real, cada vez tendremos menos razones para exigir a un trabajador estar físicamente en contacto con la maquinaria que controla.
Gracias al 5G, los servicios de comunicaciones que necesitamos ya son una realidad y las infraestructuras informáticas requeridas ya están también aquí en forma de sistemas hiperconvergentes. Así que podemos empezar a combinarlo todo con las capacidades de las tecnologías de gamificación y sus precisos joysticks, los sistemas de vídeo de realidad virtual, la inteligencia artificial, el machine learning y la información que generan los sensores habilitados para el Internet de las Cosas.
Los primeros resultados de esta poderosa combinación de tecnologías están empezando a ser visibles, por ejemplo, en el puerto de Ningbo (China). Al igual que muchas instalaciones de este tipo, cuenta con enormes grúas que se utilizan para la carga y descarga de contenedores. Sus conductores se pasaban todo el día sentados en pequeñas cabinas a cien metros del suelo, mirando hacia abajo para controlar cada movimiento, con los consiguientes problemas de espalda y cervicales que esto les provocaba. Ahora, sin embargo, están ya empezando a manejar sus grúas desde una sala de control, utilizando tecnologías de vídeo HD, 5G y sistemas de gamificación como interfaz de usuario para controlarlo todo.
Por ahora, esto es lo mejor que podemos ofrecerles, pero no será así por mucho tiempo. A medida que los servicios 5G se desplieguen de forma más universal, llegará el momento en que esos conductores de grúas puedan unirse a todos los demás profesionales que ya tienen la oportunidad de trabajar desde casa. Y no solo podrán hacerlo ellos. Ya hay otra mucha maquinaria que también está equipada con sensores para proporcionar infinidad de datos sobre su actividad y, si gracias al 5G podemos enviar esa información a una infraestructura tecnológica hiperconvergente y tenemos a nuestra disposición sistemas de aprendizaje automático e inteligencia artificial, podremos controlar su funcionamiento de forma remota y con total precisión.
Incluso es posible predecir que, dentro de unos años, todos estos servicios estarán disponibles en un modelo de escritorio virtual que daría a los trabajadores la flexibilidad de poder trabajar de forma segura desde cualquier lugar en el que tengan cobertura móvil.
En definitiva, aunque por ahora muchos solo pueden especular con que todo esto forme parte de la nueva normalidad que viene, la verdad es que el cambio ya está ocurriendo porque tenemos a nuestra disposición todas las tecnologías necesarias para hacerlo realidad.