Hay pocos sectores de la economía que sean paradójicamente tan populares y a la vez tan opacos como el fútbol. Devenido ya en incipiente negocio, el balompié tiene todavía estructuras que parecen de otro tiempo. El coronavirus ha impactado gravemente en el que se considera “el opio del pueblo”, fundado y gestionado entre bambalinas.
Tanto es así que, según apuntan distintas fuentes que prefieren guardar el anonimato, la audiencia televisiva ha caído en los principales mercados pese al mayor “confinamiento” de la sociedad. Es uno de los argumentos que llegó a esgrimir la productora española Mediapro para forzar la renegociación de su mayor contrato internacional, en Francia. La empresa de Jaume Roures dejó de pagar el contrato y prefirió asumir el golpe mediático de cerrar un canal con 160 personas en plantilla en plena competición francesa que seguir ligado a la liga de Neymar y Mbappé hasta 2024.
“El atraco del siglo”, llegó a titular L’Equipe. Lo cierto es que, con el movimiento, la mayor productora audiovisual de fútbol en España se ahorraría más de 200 millones de euros y se libraría de su mayor compromiso financiero de manera inmediata ante la incertidumbre de la pandemia.
El caso francés ha sido paradigmático, porque su Gobierno fue el único que decidió ordenar la cancelación de la liga 2019/2020. El español, por el contrario, llegó a esgrimir la necesidad de “fomentar el espíritu colectivo” y la importancia de Real Madrid y Fútbol Club Barcelona como representantes de la marca España para autorizar el regreso del fútbol profesional incluso durante el confinamiento de la población. El objetivo no era otro que el de impedir un golpe de 1.000 millones a las arcas del fútbol español, equivalentes a todo un año de ingresos de Madrid y Barça.
Las circunstancias sobrevenidas por el coronavirus han causado igualmente un daño estimado de 5.000 millones de euros en el fútbol, una ‘industria’ poco acostumbrada al ahorro. Prueba de ello es que el club que más facturaba en el mundo antes del coronavirus, el Fútbol Club Barcelona, ha tenido que atravesar la situación financiera más complicada en términos relativos y absolutos de la liga española, con una rebaja salarial impuesta por la patronal de los clubes del 42%. El Real Madrid precisó de un aval del Instituto del Crédito Oficial para un préstamo de 205 millones, equivalentes a más del 25% de su facturación, para cerrar el ejercicio 2019/2020 con apenas 300.000 euros de beneficio.
“Antes o después va a pasar. Ya se hablaba de esto antes del coronavirus, pero la pandemia nos hará avanzar unos cuantos años de golpe”, aseguran fuentes del mundo de la inversión sobre una revolución en el negocio del fútbol. Dicha revolución tiene que ver con la sofisticación definitiva de las gestiones, por ejemplo, convirtiéndose en sociedades con accionistas, pero también con un cambio en la estructura misma del fútbol si quiere “seguir creciendo en términos económicos”. “Tarde o temprano sucederá lo que en la NBA; los clubes se volverán franquicias, y las competiciones servirán para que veamos a los mejores jugando entre sí cada fin de semana. La pandemia ha golpeado mucho, y los grandes tendrán más razones que nunca para querer maximizar sus ingresos”, dice una de estas fuentes.
El estancamiento de los derechos de la Champions y de los ingresos de la FIFA por el Mundial de Naciones eran ya síntomas de los límites del fútbol preCovid. Se hacían ya los cálculos de que una superliga europea podría cuadruplicar los ingresos televisivos de los grandes como el Real Madrid o el Barça, que juntos sumaban el negocio del resto de los equipos. Sin embargo, la idea de una superliga europea o, incluso, mundial, cerrada a unos cuantos gigantes, como la que ha empezado a tomar fuerza en los últimos meses, despertaba demasiados recelos en la opinión pública deportiva. Tantos, que ninguna voz del fútbol daba carta de naturaleza pública a lo que, hasta hace bien poco, parecían meros rumores.
“La junta del club ha aprobado los requerimientos para poder participar en una futura Superliga europea, un proyecto que impulsan los grandes clubes del fútbol en Europa», y que «garantizará la sostenibilidad económica del club”, dijo Josep María Bartomeu justo antes de dimitir como presidente del Barça, convirtiéndose en el primer directivo de la historia en reconocer públicamente el proyecto.
Con 97 millones de pérdidas el último ejercicio y una deuda de más de 800 millones, el club blaugrana es uno de los más interesados en relanzar de alguna manera el negocio; un partido en el que tiene de su lado a su histórico archienemigo, el Real Madrid de Florentino Pérez.
Con magníficas relaciones con el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, y fuerte presencia en el mercado chino y estadounidense a través de su constructora ACS, Florentino encarna los intereses de un Big18 que se sabe con capacidad de ir por libre para montar una superliga europea y, de paso, mundial.
La presión a UEFA es tal que el ente con sede en Ginebra ha empezado a poner manos a la obra para ofrecer una alternativa que impida romper “el fútbol como lo conocemos” y, a la vez, contente a los grandes. También a sus estrellas, ya que la pandemia ha supuesto un recorte de más del 20% en los salarios de los equipos grandes.
Distintas fuentes del mercado coinciden en señalar que el objetivo es conseguir un proyecto que logre inyectar 5.000 millones al fútbol antes de 2025 (los clubes amenazan con irse ya en 2022). Aún en plena pandemia, el fondo de capital riesgo británico CVC ya dio pistas entrando en el fútbol italiano, haciéndose con el 10% de sus derechos por 1.000 millones. Se blindó igualmente con una cláusula de salida ante una eventual superliga.
De todo eso está al tanto Roures, hoy responsable de la venta internacional de los derechos de LaLiga y, a la vez con un diálogo fluido con quien fuera incluso cliente a través de Real Madrid Televisión, Florentino Pérez. En el medio de la ecuación aparecen el capital asiático (en particular, chino) que ha acompañado tanto al Real y el Atlético de Madrid como a la propia Mediapro, y el juego de posibilidades que ofrece el capital anglosajón alrededor del Manchester United y Liverpool, de bancos de inversión como JP Morgan (cercano al Madrid), Goldman Sachs (Barça) y Barclays (UEFA), y de las plataformas tecnológicas de emisión de contenidos Amazon y Netflix. Esta última, de hecho, había alcanzado un acuerdo inédito con Mediapro sobre el fútbol francés que la empresa de Roures finalmente no cumplirá.
La ausencia de público en los estadios ha puesto de relieve la importancia del mismo para el espectáculo, pero también la necesidad de diversificar aún más las fuentes de ingresos y, sobre todo, de ir a por el aficionado internacional. Y es en esa batalla por el mercado internacional donde los grandes, como el Madrid y el Barça, se ven con el potencial de marcar más distancias que nunca con el resto de LaLiga, que ve cómo sus ingresos siguen dependiendo en primer orden del mercado nacional. Ante ello, desde la patronal de los clubes alientan las salidas a bolsa de los equipos españoles para diversificar y captar más financiación: el consenso del mundo de la inversión es que en 2021 se producirá la primera de ellas.