La crítica social de una novela policiaca con la ambientación de una novela histórica, por Marta González Peláez

Por Remitido

Marta González Peláez (Madrid, 1990) es una escritora de novela de investigación con ambientación histórica. Estudiante de Historia, aunque en los últimos años su carrera ha estado más enfocada hacia lo puramente literario. Su trabajo como correctora le ha permitido conocer y aprender de muchísimos manuscritos, lo que, unido a su formación en técnicas de escritura, la llevaron a iniciar sus propios talleres y clases, centradas principalmente en la novela.

Con un estilo bastante único, impregna sus obras con una fuerte crítica social, tanto a la actualidad como al estudio que se ha hecho de la historia y todos los prejuicios que la acompañan. Lo cual puede verse con claridad en su último libro publicado por la editorial maLuma: Los muertos siempre sonríen, del que ya está escribiendo una segunda parte. Una saga de corte policíaco, ambientada en el siglo XVII español y protagonizada por un inusual comisario de la Inquisición y su hermana, una mujer de armas tomar que romperá más de un estereotipo.

Los protagonistas de esta historia, Diego e Inés, tendrán que hacer frente a una serie casos en los que destaca el papel y la complejidad de los personajes. En Los muertos siempre sonríen, tendrán que investigar la muerte del joven hijo del comendador de la Fresneda, aparecido en un burdel y acusado de sodomía, en un pueblo en el que nadie parece querer que se remueva la historia más de lo necesario aunque eso signifique no encontrar al culpable del asesinato. Diego, que acaba de regresar de un exilio de cuatro años, e Inés, encerrada en un convento durante toda la ausencia de su hermano, harán el equipo perfecto para adentrarse en la historia, la vida y los secretos del resto de personajes.

¿Cuáles dirías que son tus referentes a la hora de escribir?

«Es difícil elegir solo uno o dos de entre todos los autores que he leído en mi vida. Incluso el cine tiene peso en mi forma de construir las historias, puesto que mi primer acercamiento a la literatura fue con los guiones de las series en las que mi padre trabajaba como cámara. Diría que, si tuviera que elegir quiénes son los que más me han influido (o al menos lo han hecho de forma más consciente) serían, por un lado Domingo Villar. Su sensibilidad y su forma de crear ambientaciones con unas pocas palabras bien elegidas siempre me ha parecido preciosa. También John Verdon, un autor americano que me encanta por lo mucho que enganchan sus historias, no puedes parar de pasar las páginas. Aparte de ellos, siempre me encantó la obra de Torcuato Luca de Tena, tan de moda ahora por la película de Los renglones torcidos de Dios, y El Perfume de Patrick Süskind. Además, la cultura del cómic, los videojuegos y el cine y la televisión son siempre fuentes de ideas distintas a las que se suelen ver en literatura.»

¿Y nada de novela histórica? ¿No tienes referentes en el género al que supuestamente pertenecen tus historias?

«Pues es que, irónicamente, no soy una gran lectora de novela histórica, aunque sí que disfruto con algunos autores, como de Paloma Sánchez Garnica. La historia de los grandes personajes me gusta más estudiarla que leerla novelada. A mí la historia que me gusta es la de la gente corriente: qué comían, cómo vivían, qué leían… Esas cosas. Y creo que eso se nota en mi manera de escribir, que no tiene mucho que ver con otros escritores del género. Para leer mis libros no hace falta conocer nada de historia previamente. Prefiero que los lectores disfruten de la trama y meter de forma sutil las muchas horas de investigación que yo he tenido que realizar para que todo tenga sentido, ja, ja ja. Vamos, que lo que me gusta es mezclar la crítica social de una novela policíaca con la ambientación de una novela histórica».

Muchos de los comentarios sobre Los muertos siempre sonríen precisamente mencionan la ambientación y las descripciones, pero también la comida.

«Sí, el comentario que más recibo por privado en mis redes sociales es que ‘mi libro les ha dado hambre’ y eso me hace mucha gracia. Tengo que admitir que me encanta la cocina, pero tampoco es que describa grandes recetas en la historia. Pero lo que aprendí en las asignaturas de arqueología en la universidad es que la alimentación describe a la perfección a una sociedad. Hoy en día, con todo esto de la globalización, tenemos todo tipo de alimentos al alcance de cualquiera, pero antes no era así. Hay muchos alimentos que hoy son normales que no forman parte de la cocina tradicional porque vienen de muy lejos. Pero, sobre todo, no comían lo mismo la gente con un gran poder adquisitivo que los pobres, ni tampoco en las distintas regiones. Es muy complicado encontrar esta información de una época en la que todavía no eran habituales los recetarios. Para el lector seguramente no sean más que un puñado de curiosidades, pero detrás de cada alimento de la novela hay un buen rato de investigación y estudio.»

Respecto a los personajes: ¿por qué la Inquisición? No es el tipo de personaje que uno se imaginaría protagonizando una novela. ¿Cuánto de realidad hay en la forma de trabajar de Diego, el comisario y protagonista de la novela?

«Esa fue la principal razón para elegir la Inquisición, toda la leyenda que hay en torno a lo que eran y cómo funcionaban. En general, se conoce muy poco del tribunal y no se ha estudiado tanto como debería porque es un tema bastante tabú. Sin embargo, no todos los inquisidores fueron Torquemada, principalmente porque el tribunal duró muchos siglos y, como el resto de la sociedad, su mentalidad fue cambiando. Seguro que había todo tipo de ideologías entre los miembros del tribunal, pero, igual que habría radicales religiosos, se sabe que también hubo quien defendió los ideales ilustrados y eran abiertamente antisuperstición. En concreto, la forma de actuar de Diego está muy basada en un personaje real, Alonso de Salazar y Frías, que tras presenciar lo ocurrido con las brujas en Zugarramurdi, creó un manual para inquisidores en el que rechazaba cualquier superstición como prueba ante el tribunal.»

¿Y qué hay de Inés? ¿Realmente había mujeres tan «modernas» en esa época?

«Mucha gente se sorprendería si leyera a más autoras de esa época. Las cosas que dicen autoras como Beatriz Bernal, Teresa de Cartagena o Isabel de Villena sobre la independencia y el derecho de las mujeres a la educación parecen sacadas de una mentalidad de hoy en día. Sé que esa forma de pensar no sería la tónica en la sociedad, pero sí que había mujeres así, y más de las que creemos. En el siglo XVII hubo grandes artistas; pintoras, escritoras, actrices, hasta mujeres que fueron a combatir a las guerras y a la conquista de América. Mujeres que no se limitaron a quedarse en casa en silencio. He querido que Inés fuera así, precisamente porque parece que nos hemos olvidado de ellas, pero precisamente por eso también es un poco una marginada social dentro de su entorno, como todos aquellos que han estado ‘adelantados a su época’ en cualquier punto de la historia».

Bueno, el tema de su orientación sexual tampoco debía de ponerle mucho más fácil el hacerse pasar por una mujer corriente. ¿Por qué hacer que la protagonista sea lesbiana? ¿Es ahora un requisito indispensable para congraciarse con los nuevos lectores?

«Al contrario. Quien piense que hablar de homosexualidad es una técnica de venta que se lo mire. Son más las personas que rechazan el libro por ese motivo que los que lo compran. La homosexualidad ha existido siempre, fuera y dentro de la literatura, pero también es cierto que ha sido muy maltratada. Han cargado con muchísimos clichés que han hecho mucho daño y aun hoy en día cuesta mucho encontrar referentes que hayan sido representados con normalidad, como un personaje más. Al menos esa ha sido mi intención. La homosexualidad existía en el siglo XVII, le pese a quien le pese. Hay documentos históricos sobre personajes, hombres y mujeres de todas clases sociales, que eran homosexuales. De hecho, la Inquisición del reino de Aragón castigaba la homosexualidad masculina, con lo que se demuestra que tenía que ser algo que no les resultaba tan extraño.

No obstante, la historia de Inés no se limita a su orientación sexual. Es una parte de ella, como el matrimonio de Diego es una parte más de ese personaje, pero no la única.»

El matrimonio de Diego se menciona muy por encima en Los muertos siempre sonríen. ¿Se va a saber algo más de su mujer en la próxima entrega?

«Desde luego. Quiero contar un poco más de la vida de los personajes en cada novela, no darla toda de golpe. En esta novela hay muchas cosas que se quedan en el aire, pero no porque me haya olvidado de ellas, sino porque tendrán su protagonismo en otro momento.»

¿Qué puedes desvelar de la próxima novela? ¿Verá la luz pronto?

«Puedo contar que esta vez va a tener lugar en Zaragoza y que tiene mucho que ver con el conflicto real que hubo entre las dos catedrales de la ciudad y que la trama comienza en Nochebuena. Respecto a cuándo verá la luz no puedo saberlo con seguridad, ya que depende también de los editores, pero calculo que terminaré de escribirla a finales de este año.»