La increíble historia de Scalextric

Por Pedro Parra

El proyecto de Scalextric empezó en España en 1962. Lo presentó una empresa llamada EXIN. “Uno de los accionistas principales era mi padre. En la época de apertura de fronteras e importaciones, empezaron a caer las compañías de juguetes en nuestro país, por lo que únicamente quedaron unas pocas. La marca Scalextric ha ido pasando por diferentes propietarios, distintas situaciones, etc. Una multinacional la tuvo durante un tiempo. Después se hizo con ella una compañía española que habían formado distintas familias nacionales que había dentro. Posteriormente, cerró por diferentes circunstancias, así que últimamente ha estado en manos de otra empresa. Yo empecé trabajando en EXIN, en concreto en el desarrollo de producto. A pesar de todos los cambios que he comentado, me he mantenido como el hilo conductor en I+D en todo lo que es el nuevo producto de Scalextric», precisa Luis Arnau, director general de Scale Competition Xtreme.

A pesar de perder el control de la entidad en 1993, Arnau asegura que siempre se ha mantenido en contacto a nivel profesional con los propietarios, los desarrolladores, los comercializadores y los licenciatarios de la firma. «Desde los años 70 hasta la actualidad, el desarrollo del producto ha estado en nuestras manos, en las mías en particular”, indica. El año 2007 fue el de mayor esplendor, justo antes de la desaceleración económica. “En el año 2015, como habíamos mantenido contacto con ellos, logramos comprar la marca al anterior propietario, que era una compañía extranjera. Por tanto, nos pertenece a nosotros desde 2015. Con motivo de los problemas generados a raíz del anterior propietario, decidimos plantarnos entre 2016 y 2017, así que tomamos la decisión de salir adelante como una empresa totalmente nueva e independiente a partir de 2018. Junto con mis socios, formamos una compañía pequeña, pero estamos trabajando con muchas ganas, con mucha ilusión y con nueva tecnología para relanzar el producto», señala.

Una de las razones que explica el éxito que alcanzó durante su irrupción fue que la gente lo valoró como un producto completamente icónico. «Era un juguete que, por sus condiciones industriales, junto con que por aquel entonces no había productos de importación, se convirtió en lo más deseado por todos los niños, pero no estaba al alcance de todas las familias por los motores eléctricos. En aquel momento, la tecnología ya era muy importante en el desarrollo del producto. Ha ido teniendo dientes de sierra. En la década de los 90, con la apertura al mercado español, tuvo un boom espectacular (en concreto, en 1998). Después de 2007, a partir de la crisis económica, comenzó a bajar un poco. Ha pasado por malas manos, ya que la compañía que lo tuvo en su poder no lo gestionó nada bien. Nosotros estamos intentando hacer un relanzamiento, todo ello con el objetivo de conseguir otro diente de sierra (por arriba): la aportación de nuevas tecnologías, más ímpetu, más sangre y, sobre todo, darlo a conocer, ya que creo que a los niños de hoy en día les hace mucha falta un juguete como este. Un producto que los desenganche un poco de todo lo que tiene que ver con el entorno virtual», añade el director general de Scale Competition Xtreme.

En alusión al entorno digital y electrónico, las videoconsolas y los videojuegos ocupan un puesto muy destacado en la lista de deseos de los más pequeños (y no tan pequeños): «Fueron competencia en los años 90. Fue cuando empezaron a salir y a darse a conocer, y provocaron la fragmentación del mercado. Ahora estamos en nichos totalmente distintos. En este momento, creo que no es un problema de nuestro juguete, que tiene unas características específicas, sino del juguete en general. El sector tiene que competir con todo el entorno electrónico: smartphone, tablet, etc. Es una competencia contra toda la industria del juguete. Es su gran ogro. El juguete en sí es una gran oportunidad. Debemos insistir para que los niños apuesten de nuevo por los juguetes. No deberíamos permitir que jueguen tanto con los teléfonos cuando son tan pequeños. El principal slogan de Scalextric es que necesitas a alguien que compita contigo. Es un juguete social porque necesitas a otra persona para jugar: amigos, hermanos, padres, etc. Como es un juguete que tiene recorrido e historia, los más mayores de la familia saben lo que significa Scalextric y les gusta jugar. Jugar con los hijos o nietos es una manera de unir a la familia. Es una de las puntas de lanza que queremos promover, es decir, la visualización de la potencia que tiene Scalextric en el sentido de la unión familiar. Es un juguete familiar. Los niños están volviendo a pedir Scalextric, que es algo muy importante», argumenta Luis Arnau.

Como se ha indicado al comienzo del reportaje, la época de mayor bonanza económica de Scalextric tuvo lugar antes de la crisis, instante en el que la compañía logró una facturación de 24 millones de euros. En la actualidad, la empresa se encuentra en fase de reconstrucción y relanzamiento, habiendo alcanzado en 2019 la nada desdeñable cifra de 3-4 millones de euros. «Estamos utilizando la tecnología en el buen sentido. Comunicamos el circuito del Scalextric con una tablet o un smartphone, pero no juegas con el dispositivo electrónico: solo lo utilizas para planificar tu carrera (pilotos, vueltas que vas a hacer o el mejor tiempo). Aprovechas la potencia y los recursos que ofrecen las nuevas tecnologías para sacar un mayor rendimiento al juguete físico, pero sin encerrarte en ella. Tratamos también de incluir siempre a una niña en nuestros anuncios para promocionar el juguete. El público real es más masculino que femenino, pero abarcamos todo. Estamos haciendo promoción intensiva en televisión, pero en canales puramente de niños. Le damos mucha importancia a la difusión online. Lo positivo es que tenemos un producto con un poder muy importante. Es un lujo poder trabajar con una marca así», concluye.