2020 va a ocupar un lugar destacado en los libros de historia como el año de la pandemia mundial del Covid-19, que provocó una casi total paralización de la actividad productiva durante varios meses en los principales países del mundo y un cambio radical de los comportamientos sociales en las economías desarrolladas.
En el caso de España, el PIB registró en el segundo trimestre del año una contracción del 21,5%, la mayor caída desde la Guerra Civil, con una destrucción de empleo y cierre de empresas –pymes en su mayoría- inéditos en nuestra historia reciente y que, según las proyecciones de la Cámara de España, se traducirán en un descenso del PIB del 14% en el conjunto del ejercicio.
La situación, no cabe duda, es extremadamente compleja. Es la hora de la resiliencia. Debemos poner todo nuestro empeño como sociedad en superar la crisis y salir fortalecidos, sin dejar a nadie atrás y poniendo el foco en el fortalecimiento del tejido productivo. No saldremos de esta crisis sino es a través de las empresas, auténtico motor de la economía, creadoras de riqueza y de empleo.
Y, desde luego, hay motivos para la esperanza. La perspectiva de contar con una vacuna efectiva en 2021 y la movilización sin precedentes de fondos europeos para impulsar la recuperación nos permiten ver la luz al final del túnel.
El Fondo de Recuperación Next Generation UE, dotado con 750.000 millones de euros, de los que 140.000 millones se destinarán a España, proporcionará a los Estados miembros subvenciones y préstamos para impulsar la superación de esta crisis.
En el caso de España, los fondos europeos nos ofrecen una oportunidad única, no solo para lograr una recuperación sólida, sino para llevar a cabo una profunda transformación económica y social que nos permita dar un nuevo salto de modernidad y progreso en beneficio de toda la sociedad.
La transformación digital, la transición ecológica, la formación y la internacionalización han de constituir las bases de un nuevo modelo económico que asegure un crecimiento fuerte, sostenible e inclusivo para las próximas generaciones, a través del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia puesto en marcha por el Gobierno de España.
En este contexto, las cámaras de comercio, con la Cámara de Comercio de España al frente, deben constituir uno de los principales agentes para la gestión de estos fondos europeos y acompañar a las empresas en su necesario proceso de transformación.
La capilaridad del sistema cameral, con 85 cámaras de comercio en España, nos permite asegurar que la ejecución de nuestras acciones llega a todas las empresas del país, especialmente a las pymes, contribuyendo así a la vertebración del territorio.
Además, el sistema cameral atesora la experiencia de 20 años como organismo intermedio de la Unión Europea gestionando con eficacia y rigor fondos provenientes de FEDER y el Fondo Social Europeo, lo que ha permitido contribuir a la mejora de la competitividad y la modernización del tejido productivo, sobre todo las pymes, así como a la formación y el empleo, ayudando a las empresas a adaptarse a los nuevos entornos y a los nuevos mercados, siempre con un enfoque inclusivo y sostenible.
Contamos, asimismo, con la participación en el Pleno de la Cámara de España de las principales empresas del país que, mediante las comisiones sectoriales de la Cámara, están trabajando junto a las Administraciones Públicas en una salida lo más rápida posible de esta crisis a través de la colaboración público-privada que es una de las señas de identidad del sistema cameral.
La superación de esta crisis requiere unidad, esfuerzo y estabilidad institucional, los mismos valores que en los últimos 45 años han permitido construir la historia de éxito que es España. La sociedad en su conjunto ha sido protagonista de ese cambio, como también debe serlo ahora, con la empresa como pieza clave generadora de riqueza y empleo.