La Gran Presa del Renacimiento etíope, uno de los proyectos más costosos de la historia reciente del continente africano y epicentro desde hace años de tensiones diplomáticas entre Etiopía, Sudán y Egipto, ha comenzado este domingo a generar electricidad tras una ceremonia de inauguración presidida por el primer ministro del país, Abyi Ahmed.
La presa, joya de la corona de un país donde el 60 por ciento de la población no tiene acceso regular a la electricidad, ha provocado la ira de Jartum y El Cairo al entender que les arrebata los recursos del Nilo Azul.
Los gobiernos de los tres países alcanzaron en enero de 2020 un principio de acuerdo sobre los principales puntos de disputa en torno a la construcción de la presa y se comprometieron a firmar el documento final a finales de febrero, si bien Adís Abeba abandonó las conversaciones antes de firmar el acuerdo, algo que sólo hizo Egipto.
Etiopía, que está financiando en solitario el proyecto y espera convertirse en el mayor generador y exportador de electricidad del continente, rechaza estas acusaciones y ha seguido a buen ritmo las obras en la región de Benishangul-Gumaz, en el oeste del país, cerca de la frontera sudanesa.
Este domingo, y tras la ceremonia, la presa ha comenzado con la primera producción de 375 megavatios de potencia hidroeléctrica gracias a los 13,9 millones de metros cúbicos de agua acumulados durante la segunda fase de su llenado, a los que hay que añadir los 4.500 millones de la primera fase, que culminó en julio de 2020.
Este proyecto le ha costado hasta el momento al país africano, desde el inicio de su construcción en 2011, unos 1.730 millones de euros (se estima que acabará costando el doble) a cambio de una obra gigantesca de 145 metros de altura y 1,7 kilómetros de longitud, capacitada para albergar 74.000 millones de metros cúbicos de agua, según las estimaciones proporcionadas por el ente de radiotelevisión pública etíope Fana.
Se espera que la presa acabe produciendo unos 5.000 megavatios de electricidad, más del doble de la cantidad actual que produce el país.