Perfumes para aliviar la pandemia

Por Redacción

El abuelo de Gerardo Cañellas abrió un colmado en Palma de Mallorca en los años 50. Su venta de alta perfumería conquistó a los turistas ingleses y especialmente a los alemanes. Empezaban a aparecer por allí, y su afición por la alta perfumería se veía satisfecha por unos precios menores en los productos y sus mayores rentas. Al abuelo de Cañellas le fue bien. Extendió tiendas por Palma de Mallorca, pero sus herederos, el padre y el tío de Gerardo, no veían el negocio de la misma forma. Les parecía demasiado esclavo, y decidieron transformarse en un negocio mayorista. Compraban el perfume y lo vendían a tiendas, colmados, droguerías… La empresa iba bien, pero llegó exhausta a la tercera generación, que ha emprendido una nueva revolución.

Gerardo Cañellas tercero estudió Administración de Empresas en la Universidad Ramón Llull de Barcelona. Al terminar los profesores le recomendaban que trabajara en alguna compañía del sector financiero antes de volver a la empresa familiar, pero él no lo veía claro. Su tío le animó a retornar y piensa que es la mejor decisión que ha tomado en su vida.

Tras pasar las vacaciones de su último curso de carrera, se reincorporó a Engel, la empresa familiar, en 2008. Entonces la empresa tenía diez o doce empleados, facturaba seis millones de euros y contaba con un almacén en Palma. Doce años después de aquello, tras la revolución iniciada por Gerardo Cañellas tercero, la compañía facturará este año entre 150 y 160 millones de euros y cuenta con cien empleados.

Al poco tiempo de volver a la compañía, Cañellas vio que tenían que distribuir sus productos a webs. “Al principio no teníamos mucha idea. Tampoco nadie nos enseñaba. Se vendían pocas cosas por internet, más allá de billetes y Privalia, que estaba empezando”, recuerda Cañellas, que hoy tiene 35 años.

Las marcas de belleza pensaban que iban a poder controlar el mercado de internet; vender al cliente final, pero no fue así. Mientras experimentaban y se estrellaban, Cañellas lanzaba Perfume’s Club, que se iba desarrollando y cobrando fuerza con la venta de perfumes a través de internet a precios competitivos.

A través de Engel y Perfume’s Club comercializaban perfume al por mayor a diferentes países. Entre ellos, China. En un momento determinado detectaron un descalabro en las ventas y una demanda masiva de productos como mascarillas o geles higienizantes. El coronavirus estaba estallando y ellos lo vieron como una oportunidad.

Buscaron proveedores y empezaron a vender productos para el Covid. La primera semana seguía el descenso, pero en la segunda el negocio se disparó. “Al estar cerradas las tiendas físicas, los compradores chinos confiaron en las webs europeas. No se fían de sus compatriotas”, explica Cañellas.

Cañellas invirtió en productos (mascarillas, equipos de protección individual…), en marketing online para anunciarse y apretó los márgenes (bajó los precios). La estrategia le dio más visibilidad y, por tanto, mayor posibilidad de captar clientes. Se disparó la venta de tinte para el pelo, ya que los compradores no podían ir a la peluquería; de maquillaje, pues la mascarilla resalta la vista… La presencia de Perfume’s Club se disparó y se presentó como una buena posibilidad para unas marcas de belleza cuyo negocio online no llega al 5%. A raíz de ello, “muchas marcas que no nos vendían, nos venden”. Cañellas supo ver en la crisis una oportunidad, y la está aprovechando.