La creación de marcas personales que sustenten las marcas corporativas de las empresas es cada vez más importante. Está demostrado que la gente prefiere a las personas. Un claro ejemplo es el caso de Coca-Cola, posiblemente la marca más reconocida del mundo y que más ha invertido en publicidad a lo largo del último siglo. ¿Cómo es posible que un futbolista de 36 años, con un gesto de dos segundos, pueda desplomar sus acciones?
Pero no es el único.
Cristiano Ronaldo no tiene por qué ser conocido en todo el mundo. Hay países que no poseen cultura futbolística, mientras que marcas como Coca-Cola son consumidas por miles de millones de personas o, al menos, identificadas como marcas de éxito después de más de un siglo siendo comercializada en todos los rincones del planeta.
Entonces, ¿por qué ha tenido más impacto el gesto de una estrella del fútbol que dos botellas de la famosa bebida? A diferencia de Coca Cola, Cristiano Ronaldo es una persona de carne y hueso que transmite una emoción de manera directa y más íntima.
Hay muchos más casos. Tim Cook, CEO de Apple, tiene el doble de seguidores en Twitter que Apple. Los tuits intercambiados abiertamente con personajes como Malala humanizan su feed. Es percibido como una persona cercana y sensible. La intimidad percibida por el seguidor del líder de una marca conecta, de alguna manera, con el impulso de compra de, por ejemplo, un iPhone, iPad o un Apple Watch. Es el resultado de una marca personal genuina y bien gestionada.
¿Por qué un rostro conocido siempre venderá más que un logo?
Luis Monge Malo, un ingeniero que ama las ventas, considera que la construcción de una marca personal es imprescindible si se desea obtener la excelencia en las ventas.
Luis transmite con sarcasmo su visión peculiar sobre cómo funcionan las ventas. Es un vivo ejemplo de marca personal. Hace de su web y de su contenido difundido en su newsletter, talleres y consultoría todo un branding bien definido y directo.