Diferentes psicólogos abordan la crisis existencial desde varias perspectivas. Algunos la ven como un dilema de identidad, mientras que otros la consideran un conflicto entre la responsabilidad, el compromiso y el deseo de independencia. También podría ser una confrontación inicial con la mortalidad. En la actualidad, estos temas se discuten más que nunca, revelando nuevas maneras de comprender y abordar estas reflexiones profundas, lo que ha generado un debate importante sobre su impacto en la sociedad moderna.
La psicóloga y experta en crisis existenciales Carmen Lewis lo tiene claro, en este siglo, las redes sociales se han convertido en un arma de doble filo. Han transformado cómo se conectan las personas entre sí, ofreciendo tanto un sentido de comunidad como de aislamiento sin precedentes. Este fenómeno representa el gran dilema de este tiempo digital, poniendo a idealistas y pesimistas en un debate intelectual sobre quién moldeará la moralidad futura de la red.
Las redes permiten la creación y destrucción virtual de identidades a una escala antes inimaginable. Por ejemplo, rara vez la forma en que alguien se presenta en LinkedIn es la misma que en Tinder. Así, las redes sociales, al permitir mostrar solo facetas selectas, pueden provocar discrepancias entre el yo físico y virtual, afectando el sentido de identidad y, a veces, causando una desconexión entre los diferentes «yos» online y el yo real.
Aun así, los entornos digitales brindan oportunidades únicas para explorar la identidad y formar comunidades. Por primera vez, es fácil crear espacios donde personas de todo el mundo pueden conectar con otras con intereses similares, explorar diferentes facetas de sus vidas y recibir apoyo. A pesar de los desafíos que plantea, el espacio virtual puede enriquecer la sensación de pertenencia, ya sea a un grupo con valores específicos o a la sociedad en general.
Muchos utilizan las innovaciones digitales para mejorar su vida diaria, utilizando aplicaciones para hacer ejercicio, comer saludablemente, mantenerse en contacto con amigos, aprender nuevas habilidades, divertirse, buscar empleo o comprar ropa. Por estas razones, actualmente no hay evidencia científica que respalde que la era digital provoque más o más intensas crisis existenciales.
Las batallas internas son profundamente personales y pueden ser desencadenadas por múltiples factores, incluyendo cambios económicos, evolución de valores sociales y dinámicas de relaciones personales, entre otros, así como por cómo se gestiona el entorno virtual. Aunque la cultura online indudablemente influye en las crisis existenciales y en nuestra motivación, más allá de los pros y los contras, siempre hay margen para aprovechar las nuevas tecnologías de manera que fomenten una mayor autorrealización.
Carmen Lewis es una fiel defensora de la tecnología, pero también advierte de los desequilibrios que produce no distinguir lo real de lo virtual, por eso ella está especializada en este tipo de crisis existenciales de la era moderna, porque sabe que hoy más nunca se necesitan profesionales de la salud mental que ofrezcan ayuda especializada.
