La recomendación del Banco Central Europeo (BCE) de que las entidades de la zona euro evitasen distribuir dividendos entre sus accionistas en respuesta a la incertidumbre de la crisis provocada por la pandemia tuvo un impacto adverso promedio del 7% en la valoración de las acciones de los bancos, según un estudio realizado por el banco central.
Los responsables del análisis advierten de que este impacto no es homogéneo entre los bancos, ya que las entidades que pagan dividendos pero no generan rendimientos acordes con los requisitos de los inversores se vieron más afectadas que las que generan valor para los accionistas o aquellos bancos demasiado débiles para pagar dividendos incluso en ausencia de restricciones.
Además, el estudio sugiere que la incertidumbre sobre las distribuciones futuras de dividendos derivadas de la recomendación del BCE, más que la suspensión de dividendos per se, explica la mayor parte del impacto negativo registrado en las valoraciones de los bancos.
«El efecto promedio enmascara una heterogeneidad significativa entre los bancos, dependiendo de sus planes de distribución y capacidad para generar valor para los accionistas», añaden los autores.
Asimismo, destacan que la evolución de las acciones de los bancos de la zona del euro en relación con los tres anuncios al respecto realizados por el BCE sugiere que los inversores no anticiparon plenamente el anuncio de marzo de 2020, cuando la entidad anunció su recomendación sobre dividendos y las acciones bancarias obtuvieron un rendimiento claramente inferior al del mercado en general, mientras que el patrón fue menos claro para las dos extensiones de julio y diciembre de 2020.
«Por tanto, solo el anuncio de marzo permite una identificación clara del efecto global sobre las valoraciones», apuntan.
Por el contrario, las primas de riesgo crediticio implícitas en los bonos bancarios no parecieron verse afectadas por la recomendación del BCE, cuando podría suponerse que los diferenciales bajarían en principio dado que las ganancias retenidas más altas refuerzan las posiciones de capital de los bancos, reduciendo la probabilidad de incumplimiento bancario.
En este sentido, la ausencia de respuesta de los CDS sobre los bonos bancarios «es indicativo de una preocupación limitada por parte de los inversores sobre el riesgo crediticio con respecto a los bonos bancarios», mientras que las débiles perspectivas de ganancias y el bajo flujo de distribuciones asociado fueron el principal motivo de preocupación.
De este modo, el estudio subraya la importancia de gestionar las percepciones sobre la incertidumbre de los dividendos para limitar los efectos secundarios no deseados de las restricciones, ya que el mayor impacto negativo se relacionó con las dudas sobre distribuciones futuras, más que con el aplazamiento mecánico de los pagos de dividendos.
«Una comunicación clara, consistente y creíble, que establezca el cronograma y las condiciones bajo las cuales se reanudarán las políticas de pago normales, podría contrarrestar efectivamente el aumento de la incertidumbre y las disminuciones asociadas en las valoraciones bancarias, sin afectar la cantidad de capital retenido en el sistema», concluye el estudio.
En este sentido, reconoce que la comunicación del BCE de la prórroga de diciembre de 2020, que aclaró que la recomendación sería derogada en septiembre de 2021, en ausencia de desarrollos materialmente adversos, ya abordó tales preocupaciones en gran medida.
El BCE ha adelantado a finales del próximo mes de julio su decisión sobre si levanta o mantiene las restricciones en cuanto al reparto de dividendos y las recompras de acciones por parte de los bancos de la UE.
«Presentaremos una decisión a nuestra junta el 23 de julio y la comunicaremos poco después», explicó Andrea Enria, presidente del Consejo Supervisor del BCE hace unas semanas durante una conferencia organizada por la Asociación de Mercados Financieros de Europa (AFME).