Tras licenciarse en Telecomunicaciones en la Universidad Politécnica de Madrid, Emma Fernández trabajó en Telefónica I+D y en Alcatel, pero la empresa que marcó su carrera fue Indra. Allí estuvo veinticinco años desarrollando, entre otras tareas, sistemas de información y de electrónica (lo que hoy conocemos como Internet de las cosas) en distintos sectores: desde la Administración Pública a Defensa, sector financiero, Sanidad, Transporte, Energía… Entre los proyectos a los que dedicó su tiempo inicialmente estuvo el desarrollo de sistemas automáticos de mantenimiento para el avión de combate europeo: el Eurofighter.
Los años siguientes los pasó ayudando a que Indra pasara de ser una compañía de tamaño medio a una multinacional: dirigió la estrategia, la organización de la innovación en la compañía y el desarrollo de las personas como elemento esencial del impulso de la tecnología en la firma.
Esta experiencia acumulada es de gran valía para las tareas que desempeña en la actualidad. En los últimos cinco años ha estado trabajando con startups (empresas tecnológicas de reciente creación) en el desarrollo de nuevas formas de negocio; por ejemplo, con una plataforma de telemedicina para introducir los tratamientos a distancia que tan importantes han sido y están siendo durante la pandemia.
Además, es consejera de ASTI Mobile Robotics, compañía de tamaño medio a la que ayuda a convertirse en una multinacional de la automatización, “una experiencia muy interesante” y que en cierto modo ya vivió en Indra.
El proyecto en el que se encuentra más involucrada está relacionado con la Fundación ASTI: “Impulsamos el conocimiento científico-técnico entre los jóvenes, particularmente entre las niñas”, explica. La iniciativa empezó en Burgos en el año 2016 con 30 niñas. Ya han pasado más de 5.000 niñas por el programa: “Veremos los resultados a largo plazo. Algunas de ellas ya están en la Universidad. Otras están en Secundaria o Bachillerato. Muchas pensaban al principio que no les interesaba estudiar carreras tecnológicas. Uno de los principales logros ha sido que al final las familias tuvieron un mejor conocimiento de las profesiones que se podían desempeñar en este terreno y que las niñas no las descartaran para su carrera”, indica Fernández.
Los niños también se incluyen en el programa ASTI Robotics Challenge. Es un concurso para desarrollar robots. Por él han pasado unos 300 equipos anualmente desde el año 2016. “Se celebra en el Museo de la Evolución Humana, aunque este año no ha podido hacerse. Estamos viendo el modo de organizarlo de manera virtual. Probablemente se hará en junio”, afirma Fernández.
La Junta de Castilla y León apoya el evento desde el principio. ASTI lidera un ecosistema de empresas y Administración que comparte el interés por el futuro de los niños. Desde marzo incluye una plataforma virtual donde se desarrollan las actividades y en el que están en contacto alumnas y mentoras.
Emma Fernández cree que la pandemia ha mostrado de un modo muy claro que la tecnología es esencial para la vida empresarial, para estar en contacto con los seres queridos, para el entretenimiento… Pero aún no tenemos los conocimientos suficientes. Por eso desde ASTI promueven que los jóvenes conozcan muy pronto el valor de la tecnología: “No importa que vayan a estudiar Derecho u otras carreras de letras. También en esos campos va a estar presente la inteligencia artificial o el blockchain, y se necesitan personas preparadas”, sostiene.
Esta experta trabaja con fuerza en el impulso de la innovación. En España no estamos a un nivel suficiente en este terreno en comparación con los países de nuestro entorno: “Los ratios están por debajo. No podemos negarlo”, sostiene. Aun así, en su opinión ha habido esfuerzos relevantes y hay que seguir en esa línea para no limitar la innovación: “Se requieren recursos: subvenciones públicas, que a veces no son suficientes; capital, para que las empresas innoven no solo en el producto, sino también en sus procesos y en su transformación digital”. Se necesitan acciones para resolver problemas importantes de nuestro país; por ejemplo, “el tamaño de nuestras empresas, que es muy pequeño, y que no les da acceso al mejor talento ni a los mayores recursos. No todos los sectores tienen la misma intensidad innovadora, y los más relevantes no son quienes traccionan la innovación. Al mismo tiempo, el conjunto de la sociedad no sabe que hay empresas españolas líderes internacionales en innovación en distintos terrenos”.
Está claro que queda mucho por hacer, pero el camino puede acortarse si lo lideran más personas como Emma Fernández. A las cualidades y experiencias referidas, añade entre su recorrido y formación el MBA de IE Business School y diversos programas formativos en IESE, Wharton y MIT (Massachusetts Institute Of Technology). Además es consejera de empresas como Axway o Metrovacesa. A esta última llegó por su experiencia reconocida en la alta dirección de Indra. Participó activamente en su salida a Bolsa y durante muchos años en su gobierno corporativo. Estos méritos le avalaron para invitarle a presidir la comisión de nombramientos y retribución de esta compañía del sector inmobiliario. La tecnología y el trabajo abren el campo a oportunidades que uno quizá ni sospechaba.