Las gestoras de fondos no quieren incluir criptomonedas en sus carteras

Por Redacción

Las criptomonedas han experimentado un fuerte crecimiento en los últimos meses después de recibir el apoyo de grandes organizaciones como PayPal, BBVA o Mastercard, así como una fuerte inversión de Tesla, algo que ha llamado la atención de los inversores minoristas pero que no acaba de atraer a las gestoras de fondos.

El bitcoin, la criptomoneda más conocida, llegó a alcanzar los 61.200 dólares este mes y el billón de capitalización, aunque actualmente se ha desinflado y cotiza en el entorno de los 53.000 dólares. De todas formas, la revalorización en un año es del 679%.

Esta alta rentabilidad ha atraído a muchos inversores, pero las gestoras de fondos aún no se han sumado a esta nueva tendencia debido a la alta volatilidad del activo, que en solo un año ha pasado de 4.000 dólares a 61.200. En España, solo una gestora ofrece fondos con exposición a bitcoin, en tanto que BlackRock ha abierto la posibilidad de que dos de los suyos inviertan en la criptomoneda.

El catedrático de Economía Financiera y decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad CEU San Pablo, Ricardo Palomo, ha explicado en declaraciones a Europa Press que solo las grandes gestoras han empezado a ofrecer el bitcoin en sus carteras, frente a las más pequeñas, que quizá son más conservadoras y no tienen una demanda fuerte por parte de los clientes.

Palomo ha incidido en que el riesgo del bitcoin en una cartera se diluye con el de otros activos y que él no lo ve mal siempre que sea una proporción acorde al riesgo que quiere asumir el inversor. «Es preferible una cartera que tenga una determinada proporción de bitcoin frente a una inversión directa en la criptomoneda», ha destacado.

Los gestores de Schroders Xi Chen y Ben Popatlal explican en un comentario que si bien los inversores institucionales se han mantenido al margen de estos activos, se están planteando si ha llegado el momento de entrar, dadas las rentabilidades «meteóricas».

Pese a las cifras, el equipo de Schroders defiende que se siente «cómodo» permaneciendo al margen de «los años de adolescencia del bitcoin» y que no se ve seducido por las cifras de los titulares, aunque piensa que merece la pena investigar las opciones.

«Los inversores institucionales están esperando a que los criptoactivos maduren. A medida que encajen más y más piezas del rompecabezas –claridad en torno a la regulación, acceso y liquidez eficientes, garantías de seguridad, aparición de casos de uso duraderos– esperamos una participación institucional mucho mayor en esta clase de activos», indican.

Giorgio Semenzato, de la gestora de patrimonios Finizens, considera que estos activos tienen un riesgo muy elevado y que el inversor minorista no debería apostar por estas opciones, ya que «lo puede perder todo». Desde el punto de vista de los inversores profesionales, considera «irresponsable» que haya actores del sector que fomenten la tendencia.

«Todavía no está consolidado ni a nivel regulatorio ni a nivel de práctica de mercado. Cuesta definir si una criptodivisa es un activo o es una divisa», ha defendido Semenzato en declaraciones a Europa Press. «Nosotros tenemos una postura muy firme en ese sentido. El inversor minorista medio sería muy imprudente que destinara patrimonio a criptodivisas o a vehículos que inviertan en ellas».

LA REGULACIÓN PODRÍA SER EL MAYOR RIESGO

Antonio Salido, consejero delegado de Nuvix, considera que el principal problema de estos activos es que no están regulados, frente a los fondos de inversión, que son vehículos muy regulados.

«Los fondos de inversión son un muy buen vehículo y su principal misión es diversificar el riesgo, repartirlo (…). Desde ese punto de vista, que pueda entrar una criptodivisa puede tener sentido. El problema es que las criptodivisas no están reguladas y los fondos de inversión están muy regulados», ha explicado Salido en declaraciones a Europa Press.

Eso podría hacer que hubiera una falta de encaje entre ambos, continúa Salido, ya que el subyacente, en este caso la criptomoneda, «no tiene el nivel de regulación que suelen tener otros vehículos como pueden ser las acciones, los bonos o ETF».

El mayor riesgo para las criptomonedas es el regulatorio, según Palomo: la posibilidad de que haya una regulación que en un plazo muy corto las prohíba o diga que va a hacer un mayor seguimiento de estas operaciones.

La Unión Europea (UE) ya está trabajando en un Reglamento del Mercado de Criptoactivos (Market in Crypto Assets o ‘MiCA’, en inglés) «que busca establecer un marco común tanto para los bienes con la consideración de criptoactivos, así como para los proveedores de servicios relacionados», explican José María Viñals y Carolina Gamba en una publicación del IEB.

ESPAÑA, MÁS CONSERVADORA

Carlos Fernández, profesor del Master in International Finance del IEB, sostiene en una publicación que las criptodivisas han venido para quedarse, pero que «las soluciones posibles en la industria de gestión de activos todavía son pocas» y, en España, casi nulas.

«Los supervisores y reguladores ya han dejado claro que lo de la tecnología blockchain les suena bien, pero que las criptomonedas o bitcoin no tanto. Hoy, en España, no es posible constituir un fondo de inversión tradicional que pueda invertir en bitcoins», defiende Fernández.

Salido, por su parte, ha sostenido que no hay una diferencia en los fundamentos en comparación con otros países, pero que sí existe en la adaptación a la regulación y al interés del consumidor.

«En EE.UU. hay más apetito y más tolerancia al riesgo que la que suele haber en España, algo que se puede ver en muchos indicadores. Por ejemplo, la distribución del ahorro de los españoles frente al de los estadounidenses. Estos últimos suelen tener más peso en renta variable», ha explicado.