Los ajustes de producción previstos desde abril en la planta valenciana de Ford, que conllevarán la supresión de 630 empleos, se suman a la ya complicada situación que vive el sector del automóvil por la caída de la demanda y el problema de suministro de semiconductores.
Todo ello, además, se produce en medio de un proceso de transición hacia la movilidad sostenible en el que la factoría de Almussafes quiere ser una de las protagonistas.