La austeridad fiscal sería una opción equivocada después de la grave recesión causada por la pandemia y sería con el sobreendeudamiento las mayores amenazas para la economía mundial, tras la destrucción masiva de empleos y con mercados financieros que siguen desregulados.
Estas son las principales advertencias que han lanzado los economistas de la ONU al presentar una actualización de su informe sobre la situación de la economía global, publicado hoy.
Este análisis sitúa el crecimiento global para 2021 en un 4,7 % (0,6 % más que su estimación del pasado septiembre), lo que no evitará que la economía mundial se encuentre a finales de este año 10 billones de dólares por debajo de donde podría haber estado sin pandemia.
En 2020, el Producto Interior Bruto (PIB) global cayó un 3,9 %, lo que en términos de ingresos representó una pérdida de 5,8 billones de dólares, que sufrieron sobre todo aquellos que ya se encontraban en situación de vulnerabilidad.
Según la Agencia de Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo (UNCTAD), responsable del informe, el riesgo principal es que los responsables políticos vuelvan, como en el pasado, a caer en la tentación de la austeridad, creyendo que eso solucionará los problemas.
Sin embargo, incluso si la austeridad se deja a un lado, el mundo necesitará al menos un año entero para que la producción y el empleo vuelvan a estar a los mismos niveles antes de que el coronavirus se expandiera por todo el planeta.
Y el plazo de un año no debe darse por descontado, puesto que podría incluso tomar más tiempo dependiendo de las políticas económicas que se tomen a mediano plazo.
Otra amenaza, en particular para los países en desarrollo, es la magnitud de la deuda, la que no podrá reducirse con arreglos superfluos y que requiere medidas de condonación (perdón) o mecanismos de renegociación que funcionen, sostiene el informe.
«Los intereses de la deuda representan un tremendo fardo para los países en desarrollo», dijo al presentar estos datos el director de la División de Globalización de la UNCTAD, Richard Kozul-Wright, quien criticó la timidez que ha mostrado el G-20 para aliviar la deuda de los países más pobres.
Los países del G-20 acordaron suspender entre mediados de 2020 y de 2021 el pago de 12.000 millones de dólares por intereses de la deuda para 46 países que eran elegibles, un importe insignificante si se compara con los 80.000 millones que 73 países (todos elegibles para un alivio) pagaron por el servicio de la deuda en 2019.
La recuperación relativa que se pronostica para 2021 se debe principalmente a una recuperación más sólida de lo esperado en Estados Unidos, de una parte por el rápido ritmo de vacunación y, por la otra, por el gran paquete de estímulo fiscal que se ha aprobado en este país.
Los especialistas creen que ambos elementos estimularán la demanda agregada.
El otro motor que ha impedido que la situación sea más grave para el mundo entero ha sido China, que logró crecer un 2,3 % el año pasado, ya que el buen resultado de sus medidas de contención del coronavirus permitió que la actividad económica se reanudara en la segunda mitad de 2020.
Como comparación, la economía de EEUU cayó un 3,5 % y la mundial registró una bajada del 3,9 %.
Cuando el mundo se encuentra todavía sumido en la pandemia, las voces que piden que esta situación sea aprovechada para instaurar cambios de fondo en la economía se multiplican, pero la UNCTAD lamenta que lo que se ha visto hasta ahora es una escasa cooperación entre los países.
Tampoco se han abordado de forma seria los problemas de desigualdad, endeudamiento y de escasa inversión, todo lo cual «pone en riesgo la posibilidad de alcanzar un futuro con mayor capacidad de resistencia».
Otra faceta de esta crisis que ha sorprendido a los analistas de la UNDTAD es «la desconexión entre los mercados financieros y la economía real», con los primeros que rompen récords de ganancias, mientras el desempleo y la precariedad han aumentado en todas partes, recordó Kozul-Wright.
No obstante, el informe sostiene que todo podría haber ido todavía peor y que si esto no ocurrió fue gracias a la acción de los bancos centrales que previnieron un colapso financiero en las primeras semanas de la pandemia y a que los países ricos aprobaron rápidamente paquetes considerables de ayuda.
Asimismo, hubo una recuperación de flujos de capital, los precios de las materias primas se recuperaron en la segunda mitad de 2020 y se desarrollaron rápidamente varias vacunas contra la covid-19.