Jugadores Anónimos es una confraternidad de hombres y mujeres que comparten sus experiencias, fortaleza y esperanza de poder solucionar su problema común y ayudar a otros a recuperarse de la ludopatía.
El único requisito para ser miembro es el deseo de dejar de jugar. No hay que pagar cuotas ni honorarios para ser miembro de Jugadores Anónimos, ya que se autofinancian con sus propias aportaciones. Jugadores Anónimos no está afiliado a ninguna secta, religión, partido político, organización o institución, no desea intervenir en controversias y no respalda ni se opone a ninguna causa. Su objetivo primordial es abandonar el juego y ayudar a otros jugadores compulsivos a conseguirlo.
Desde la organización, resaltan que la mayoría de personas no quieren admitir que tienen un verdadero problema con el juego. A nadie le gusta pensar que es distinto a los demás. Por lo tanto, no es de extrañar que sus carreras como jugadores se hayan caracterizado por un sinnúmero de intentos infructuosos de demostrar que podían jugar como cualquier otra persona.
La idea de que de algún modo, algún día, consigan controlar el juego es la gran obsesión de todo jugador compulsivo. La persistencia de esta ilusión es sorprendente: muchos siguen creyendo en ella hasta las puertas de la cárcel, la locura o la muerte.
Han aprendido a aceptar plenamente en lo más íntimo de su ser que son jugadores compulsivos. Este es el primer paso de su recuperación. Deben erradicar el engaño de que son o pueden llegar a ser como otras personas, por lo que respecta a los juegos de azar.
Han perdido la capacidad de controlar el juego. Saben que ningún jugador compulsivo verdaderamente recupera jamás el control. Todos han tenido la sensación en ocasiones de que estaban recuperando el control, pero esos intervalos -por lo general, breves- estuvieron inevitablemente seguidos de períodos con todavía menos control y que, con el tiempo, condujeron a una desmoralización lamentable e inconcebible. Están convencidos de que los jugadores como ellos se hallan presos de una enfermedad progresiva. Al cabo de un período de tiempo considerable empeoran, nunca mejoran.
Por lo tanto, para poder llevar una vida feliz y normal, tratan de poner en práctica en su día a día ciertos principios de la mejor manera que pueden.