“Imagínese quedarse dormido con el sonido de un río caudaloso y despertarse con el canto de los pájaros y las vistas de un paisaje verde opulento. La arquitectura podría volverse secundaria, si no hubiera sido diseñada tan minuciosamente”. Así describen los propietarios de esta interesante propuesta turística qué se van a encontrar quienes decidan acudir a The Granary House, un complejo rústico en Arouca, Portugal.
Diseñada por MIMA Housing, la casa fue construida en el sitio donde en otros tiempos se levantaba un antiguo granero. Con la voluntad de rendir un homenaje a la arquitectura tradicional del lugar, se respetaron las dimensiones y proporciones del edificio anterior. El equipo quiso que el edificio se mezclara de forma suave con el entorno natural, evitando estridencias y un excesivo impacto paisajístico.
Por ello, se apostó por un diseño minimalista discreto, pero elegante. Una decisión acertada que facilita el encaja de la construcción en un exuberante terreno con vista a un río. “La oportunidad surgió de la combinación de dos factores: la preexistencia de un hórreo (edificio tradicional de la región de esbeltas proporciones y alto potencial de reinterpretación) y el contexto geográfico/natural”, explican.
Esta reinterpretación de la arquitectura vernácula se desarrolla bajo un techo a dos aguas, realizado con la reutilización de pizarra envejecida extraída de las ruinas locales. Revestida con delicadas persianas de madera oscurecida, la fachada transpirable puede cambiar su carácter, enriqueciendo diferentes experiencias en el interior. El sol se asoma a través de ella, dando lugar a un poético juego de luces y sombras.
The Granary House es un lugar ideal especialmente diseñado para escapar del ajetreo estresante de la vida cotidiana en las ciudades. Aquí, los huéspedes pueden relajarse y disfrutar de un acercamiento casi íntimo a la naturaleza. La elección de los materiales utilizados fue fundamental para crear una sensación de cohesión perfecta entre los espacios interiores y exteriores de The Granary House. Con ellos, se quiso diluir el límite entre el interior y el exterior, algo que también se tuvo en mente cuando se instalaron contraventanas de madera corredizas hacia el sur, transformando la fachada en un cuerpo vivo y cambiante.
En el interior, entran en juego muchos elementos de la tradición local, lo que hace que la vivienda sea más auténtica. Evocando las tonalidades del entorno, la paleta cromática se limita a colores apagados, evitando el exceso cromático. Se ha conseguido de esta forma una convivencia tranquila entre lo natural y lo artificial. Un aspecto que destaca es la abundancia de madera natural, combinada con el beige-tierra mineral del microcemento crea un ambiente acogedor, una sensación que refuerza la presencia de la chimenea.
La escalera de caracol completa la planta baja, jugando un papel que va más allá del de mero elemento funcional gracias a su diseño que la convierte en una escultura en el corazón de la sala de estar. En la planta superior, el dormitorio principal está ubicado bajo el techo inclinado. Un estrecho balcón recorre todo el dormitorio, culminando en la terraza exterior, donde los sofás y una pequeña piscina se integran a la estructura.