El año 2012 fue un hito en las relaciones hispano-germanas. 2020 también lo es. Pero, entre medias, Angela Merkel ha aprendido de sus errores. Como líder del Gobierno alemán tuvo que autorizar en la UE el rescate del sector financiero de España, y así salvar un país de su burbuja inmobiliaria, que en parte había sido creada y aprovechada también por entidades bancarias alemanas. Eran años de sequía para todos en la UE. La famosa austeridad y el control germánico sobre los fondos ha destrozado en muchos países en crisis la imagen de Merkel. Pero, como un verdadero líder, ha sabido cambiar su discurso. Ahora, al final de su carrera, es más popular que nunca: ha abierto los grifos de dinero en su propio país y en la UE.
Viviendo en España como corresponsal, las dos actitudes de Merkel me parecen exageradas, pero también comprensibles al mismo tiempo. Es cierto que en este tiempo España ha mejorado su transparencia. Algunos corruptos han ido a la cárcel y se están investigando los negocios opacos del Rey Juan Carlos I. Pero, para el observador extranjero en España, aunque el país es todavía profundamente cristiano en sus tradiciones, en su sistema de educación y cultura refleja tener cada vez menos fe en sí misma.
La fuerza de Alemania es de aprender de sus errores
En España reina la desconfianza, la improvisación y también la manipulación. Se ha visto sobre todo durante el confinamiento, cuando los partidos no tenían otra cosa que hacer que pelearse por el poder en lugar de unirse por el bienestar de los españoles. En lugar de reforzar directamente el sector sanitario desde el primer momento, se iniciaron batallas políticas absurdas, casi infantiles. Los líderes empresariales no han demostrado más altura. En mi opinión, se quedaron al margen. Nadie quería mojarse. Mientras tanto los políticos, juntos con algunas empresas, hacen chapuzas en muchas comunidades, como por ejemplo en Madrid, donde se construye un nuevo hospital sin tener el personal garantizado y donde se quería hacer el rastreo de los infectados con voluntarios.
Falta de una cultura de consenso
Alemania no ha hecho nada sustancialmente mejor en esta crisis, pero ha destacado con una cultura de consenso, algo que falta en España. No solamente no existe en esta pandemia, sino también en la crisis con Cataluña, con los presupuestos o cualquier otra cosa, aunque la sensación es que este Gobierno lo busca más que otro. La gestión conjunta de la pandemia con una comunicación y un debate abierto en Alemania ha hecho que ahora todo el mundo hable del virólogo alemán Christian Drosten y su hospital Charité en Berlín en lugar de uno de los muchos y excelentes hospitales e investigadores españoles. Antes de la crisis actual España había sido considerada como un país de excelencia médica. El sistema sanitario era uno de los más eficientes. ¿Qué pasó? Para mí se ha mostrado qué importante es la gestión del talento y qué mal la hace España.
Falta de dinero, elogios y medios para un sector clave
Patriotismo también es cuidar a tus talentos, no solamente levantar una bandera o aplaudir en la ventana. Como no se ha hecho ni antes ni ahora huyen tantos médicos y enfermeras a otros países. El político, pero sobre todo el empresario español, todavía no ha entendido que hay que pagar bien a profesores y médicos, a científicos e innovadores, si el país quiere avanzar como sociedad. Y no basta con buenas palabras: España necesita hechos. El Gobierno está en el buen camino con subir el salario mínimo, pero falta un gesto del mundo empresarial. Claro que muchos de los ingenieros españoles que se han ido fuera en los últimos años echan en falta luego la cultura española, la gastronomía y la luz, “pero con esto no se come”, dice el artista español Rubén Vidal, que vive desde hace muchos años con su familia en Berlín. Su mujer Vera ha venido como investigadora a Alemania. Ahora trabaja en la gestión de proyectos punteros del Charité: “Una carrera profesional como la mía no creo que hubiera sido posible en España”.
Falta de creencia en las instituciones democráticas
Es cierto que la democracia española es una de las más jóvenes de Europa. El país ha vivido una guerra civil y luego una larga y dura dictadura de la que se hablaba poco en las familias y colegios. Esto explica quizás en parte la poca confianza en las instituciones políticas y administrativas, hasta en sus talentos y la poca experiencia en debates constructivos. La buena noticia es que España por fin ha entrado con este nuevo Gobierno en una segunda transición, que duele a muchos, pero que es necesaria. Falta un debate abierto sin complejos, pero constructivo sobre la definición de la nación y también sobre las prácticas de algunas instituciones empresariales que parecen intocables porque son grandes anunciantes.
España perdió el vínculo con América Latina y así un poco su identidad
Si España no intenta ser menos opaca a todos los niveles nunca podrá superar sus problemas de confianza. Para ello también debería implicarse más en la evolución social, política y económica en América Latina, con iniciativas concretas, uniéndose también más a Portugal. Pedro Sánchez ha abierto un poco la política exterior. España se involucra más en Europa y esto se aprecia mucho en Alemania. Pero falta todavía mucho para que España esté en el sitio político y económico a nivel internacional donde debe estar por su historia y poder cultural y económico en América Latina. En esta región colonizada por España hay que iniciar también una transición, reconocer errores históricos y empresariales y construir algo duradero económicamente más allá de las instituciones políticas. Falta la cooperación estrecha entre la industria, las universidades y el Estado del continente con España. ¿Por qué no hay un espacio de excelencia empresarial latino que funcione como acelerador?
Formación profesional solamente funciona si las empresas colaboran
El problema es que falta pragmatismo. También este Gobierno habla mucho y hace mucho menos. Varias veces la actual presidenta de la Comisión Europa Ursula von der Leyen ha recordado a Pedro Sánchez que hay que ser más precisos con los planes, tanto con los referidos a la reforma judicial igual como a la inversión de los 140 millones de euros de Bruselas. La revolución más grande para España será la puesta en práctica de una formación profesional de calidad, porque muchos talentos se van también a Alemania o Suiza para formarse. El sistema dual de formación profesional que paga al aprendiz un sueldo es un acuerdo de toda la sociedad, como también lo es el realizado por muchos Gobiernos de coalición en Alemania que han permitido ejecutar grandes reformas económicas. ¿Por qué es tan difícil ceder en España? ¿Por qué los medios de comunicación se concentran en conflictos políticos e ideologías en lugar de soluciones?
Aprender del sector bancario español
El sector bancario español ha sabido superar egocentrismos y ha iniciado el proceso de concentración hace tiempo. Además luce por su eficiencia y espíritu innovador. Alemania observa con admiración la reorganización de un sector que se ha reorganizado de un modo que allí no se ha conseguido. ¿Por qué los españoles no pueden trasmitir este talento de sus banqueros a su política y otros sectores? ¿Por qué duele tanto pensar en una reforma de la Constitución, en una reducción del Estado, en una fiscalidad más alta para los ricos, una reducción en las administraciones autonómicas? ¿Por qué cuesta tanto ceder en el debate público en España con el objetivo de ser un poco más eficaz y concreto en lugar de moverse en un círculo vicioso?