La Comisión Europea ha redefinido este jueves su estrategia comercial con el objetivo de acercarse de nuevo a Estados Unidos tras la llegada a la presidencia de Joe Biden y también contrarrestar la pujanza de China, cuyo modelo ha «cambiado el orden económico y político global» y plantea «retos cada vez mayores».
Bruselas considera que necesita modernizar su política comercial para adecuarla a nuevos desafíos, como la recuperación económica, el cambio climático, las «crecientes» tensiones internacionales o el mayor repliegue al unilateralismo y sus consecuencias sobre los organismos internacionales.
En una rueda de prensa, el vicepresidente económico del Ejecutivo comunitario, Valdis Dombrovskis, también responsable de Comercio, ha puntualizado que la estrategia se basa en tres conceptos (apertura, sostenibilidad y asertividad) y tres objetivos: apoyar la recuperación y las transiciones verde y digital, dar forma a una globalización «más sostenible y justa» y dotar a la UE de mayor capacidad para «perseguir sus intereses y defender sus derechos».
En este contexto, el documento la Comisión enfatiza que «la mejor forma de garantizar la prosperidad de la UE es seguir comerciando» con sus socios globales. El bloque, añade, «es y seguirá siendo un campeón de la apertura y la cooperación global, una potencia económica global y un líder del crecimiento económico».Pero esta apertura «no significa quedar desamparado».
Por eso, la nueva estrategia comercial europea señala como una «prioridad» construir una relación económica «justa» y basada en reglas con China, con el objetivo de garantizar que el gigante asiático «asume mayores obligaciones en el comercio internacional» y abordar «en paralelo» los efectos secundarios negativos que «causa su sistema económico del capitalismo de Estado».
Este modelo y sus «ambiciones globales» han cambiado el «orden económico y político global», por lo que plantea «retos cada vez más grandes» para el sistema de gobernanza económica mundial y sitúa en posición de desventaja a las compañías europeas que compiten en los mercados internacionales.
Así, la estrategia comercial apunta cómo responder a las «complejidades» de tener relaciones con China y al mismo tiempo garantizar que el bloque «dispone de herramientas comerciales para hacer cumplir sus derechos». El reciente acuerdo de inversiones cerrado con Pekín «demuestra la disposición de la UE» a trabajar con China, pero «no será la panacea» para resolver todos los desafíos que plantea el gigante asiático, ha advertido Dombrovskis.
ESTADOS UNIDOS Y REFORMA DE LA OMC
Otro de los elementos principales de la nueva hoja de ruta comercial del bloque es aprovechar la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca acercarse de nuevo a Estados Unidos. «Estamos en un punto de inflexión con respecto a las relaciones transatlánticas», destacan las autoridades comunitarias, que ven una «oportunidad única» para trabajar con Washington en la transformación verde y digital de la economía.
Más allá de objetivos a medio plazo, Bruselas también confía en poder entablar un diálogo constructivo con Estados Unidos que sirva para «suspender» y después «eliminar» los aranceles que ambas potencias aplican a la importación de acero y aluminio, así como los derivados de la disputa por los subsidios a Airbus y Boeing.
A este respecto, Dombrovskis ha destacado la «señal» positiva y la «voluntad» de trabajar que ha trasladado ya el equipo del nuevo presidente pero ha señalado que la UE tendrá todavía que esperar a que Washington confirme primero quién será el nuevo representante comercial estadounidense.
El Ejecutivo comunitario también piensa que derrota de Trump y la victoria de Biden ofrece la posibilidad de trabajar con Estados Unidos para reformar la Organización Mundial de Comercio (OMC). «Con la nueva administración en Washington y la confirmación de Ngozi Ojonjo-Iweala como directora general de la OMC, creemos que se puede generar un nuevo impulso para un cambio positivo»; ha defendido el letón.
En particular, Bruselas quiere que la OMC adopte un conjunto de nuevas reglas para impulsar el desarrollo sostenible de sus socios, así como reforzar sus normas contra «los efectos negativos de la intervención de los Estados en sus economías».
Del mismo modo, el Ejecutivo comunitario defenderá la necesidad de dar más competencias a este organismo mundial para que pueda vigilar de una forma «más efectiva» las políticas comerciales de sus socios e impulse una mayor transparencia, además de «encontrar una solución duradera» el bloqueo actual del sistema de resolución de disputas de la OMC.