Los hoteles son espacios que nos acogen, que nos arropan cuando queremos viajar, visitar y conocer otros lugares. Los hay de todo tipo y adaptados a cualquier tipo de público. Algunos, incluso, son considerados verdaderas obras de arte. Sin embargo, uno de los defectos que muchos viajeros encuentran cuando se refugian en estos establecimientos es la de que, por mucho esmero con el que se decoren y organicen, nunca acaban de sentirse como un lugar propio.
No obstante, hay quienes no se resignan e intentan que estos lugares sean como el propio hogar para los que los visitan. Y el Lake House on Canandaigua es uno de los que, parece, lo han logrado. Y para ello han puesto todo su esmero.
“Concebida con amor y creada por una familia de soñadores y hacedores, la propiedad es una combinación de familiaridad nostálgica y sensibilidades de diseño moderno, prestando especial atención a la sostenibilidad”, señalan en su página web.
Este bonito hotel lleva el nombre de su ubicación en uno de los 11 lagos largos y estrechos que forman la región llamada acertadamente Finger Lakes, en el estado de Nueva York y a unos 400 kilómetros de la Gran Manzana.
Construido desde cero, The Lake House en Canandaigua está compuesto por una multitud de edificios, incluido el hotel principal con 125 habitaciones y suites, un espacio para eventos con estructura de madera para bodas y clases diarias de yoga, el informal Sand Bar, el restaurante The Rose Tavern y The Lake House Spa de Soveral. Fue diseñado para que el 70% de las 125 habitaciones tuvieran vistas al lago
También hay una piscina y una bañera de hidromasaje al aire libre donde los huéspedes pueden relajarse con vistas al lago durante todo el año, y un gimnasio.
A lo largo de la parte trasera de la propiedad hay un paseo marítimo privado para practicar deportes acuáticos en el lago, o para disfrutar de la pesca y una serie de fogatas para hacer s’mores, el típico postre de la región.
El entorno es uno de los elementos sobre el que se ha construido la buena reputación de este hotel, no solo por su carácter bucólico, sino porque ofrece múltiples opciones a quienes los visitan. Y, precisamente, en el sitio está destinado a permitir la exploración para que quienes acuden de forma regular puedan descubrir nuevos lugares y nuevas sensaciones.
Este concepto continuó en el interior, donde el equipo de diseño ha creado una serie de espacios acogedores con muebles eclécticos.
La entrada conduce a un vestíbulo de color blanco brillante con un mostrador de recepción monolítico y un diseño de estilo salón compuesto por muebles de cuero y madera, y cestas con alfombras. Desde aquí se accede a la biblioteca y al bar pintados en tonos oscuros contrastantes y calentados por una chimenea.
Las paredes pintadas en blanco roto se encuentran en las habitaciones, con almacenamiento incorporado y ganchos para colgar la ropa. Los tonos apagados se complementan con los armazones de cama con dosel y las mesitas de noche rústicas de madera clara.
Otro elemento que hay que destacar es que cada habitación es única. Los diseñadores crearon una variedad de estancias, incluida la doble Queen y la exclusiva suite Lakeside King. Este último cuenta con un acogedor salón con puertas de vidrio y fuego que dan a una terraza con vistas al lago.
Por último, un punto fuerte que no podemos olvidar es la sostenibilidad. La Casa del Lago en Canandaigua cuenta con numerosos elementos en un esfuerzo por reducir su impacto ecológico. El proyecto de vanguardia es uno de los pocos hoteles en Estados Unidos totalmente operados por energía geotérmica, que es el estándar más alto de sostenibilidad para calefacción y refrigeración.