Es importante disponer de un adecuado desarrollo de la inteligencia emocional para relacionarse adecuadamente, tomar decisiones fundamentadas en correctos procesos reflexivos o tener conductas lúcidas. Esto hace que la persona perciba, comprenda y maneje las relaciones sociales adecuadamente, resultando una de las grandes claves de éxito en la vida de cualquier ser humano.
En este sentido, investigadores como el Dr. Greenberg (2000) señalan: “Aunque las emociones han evolucionado para facilitar la adaptación, existen numerosas maneras en las que este sistema puede fallar. Todos sabemos que, a veces, en contra de nuestras mejores intenciones, nos preocupamos hasta enfermarnos, explotamos ante una provocación, odiamos a nuestros hijos, nos enfadamos con los que están cerca, tenemos un temor paranoico a las autoridades, envidiamos a nuestros amigos, nos sentimos intensamente vulnerables o celosos con nuestros amantes, o sentimos indignación o enfado ante la menor provocación”. La inteligencia emocional se basa, entre otras habilidades, en el reconocimiento de las emociones que dan origen a todas las acciones del ser humano. Este conocimiento individual permite relacionarse de manera sana con su entorno, reconociendo y expresando de forma asertiva sus emociones.
Factores fundamentales para dominar la inteligencia emocional
A modo de referencia, en 1990 se comenzó a utilizar el término Inteligencia Emocional por los investigadores Peter Salovey y John D. Mayer, quienes especificaron un modelo con cuatro factores o ramas para gestionar de manera inteligente las emociones.
Para estos autores, y de forma muy simplificada, la regulación o gestión emocional comienza con la percepción de las emociones, este sería el primer factor o rama de este modelo; como segundo rama, la facilitación emocional, que es la habilidad para usar y generar emociones para poder comunicar sentimientos. Como tercera rama está la comprensión de las emociones, para poder así usar dicho conocimiento emocional tanto a nivel intrapersonal como interpersonal, que permite dar significado a los diferentes comportamientos y acciones y la cuarta rama es la regulación reflexiva de las emociones, que es la habilidad que normalmente más entrenamiento requiere.
Beneficios de la gestión emocional desde la madurez psicológica
Son numerosos los estudios y autores que hacen referencia a los beneficios de la Inteligencia Emocional, especialmente cuando se han desarrollado adecuados mecanismos reguladores de nuestras respuestas emocionales habituales para que estas sean desde su dimensión psicológica madura y adaptativas. De manera que los beneficios se pueden observar en todas las áreas de la vida como puede ser, en la toma de decisiones, que es un área donde los seres humanos se juegan su futuro y por ende, su vida. Además, en la toma de decisiones es frecuente creer que es un proceso mental en donde solo interviene la razón.
En esta línea, normalmente se desconoce que la razón y la emoción no son entidades separadas, de hecho uno de los grandes neurocientíficos españoles, el Dr. Francisco Mora (2017) señala magistralmente: “Las emociones son un ingrediente básico de los propios procesos cognitivos. Son la base de los sentimientos”. Y termina de aclararlo con la siguiente cita: “El binomio emoción-cognición es un binomio indisoluble. No hay pensamiento sin el fuego emocional que lo alimenta”.
Otro aspecto importante que se suele ignorar es que la “razón” no es suficiente para tener comportamientos inteligentes y respuesta emocionales fundamentadas en una buena gestión emocional. En esta línea, otro de los grandes neurocientíficos el Dr. LeDoux (2000) indica: “La emoción es más potente que la razón”. “Es muy difícil que el pensamiento racional controle la emoción. Cuando sentimos ansiedad o depresión, la razón puede decir basta, pero casi nunca consigue eliminarlas”.
La línea de trabajo del Instituto Psicobiológico, es a través de su formación Máster estudiar la Inteligencia emocional desde una dimensión multidisciplinar, sistémica, integrativa y transversal desde diferentes disciplinas de Psicología y Neurociencia conductual, proporcionando herramientas y estrategias prácticas que ayuden a una adecuada gestión emocional y madurez psicológica en el ámbito personal y profesional, que trascenderá de manera muy positiva en las diferentes áreas de la vida.