El futuro de las unidades productivas del grupo cooperativo aragonés Arento, que entró en concurso de acreedores el pasado mes de julio, comienza a despejarse. Este lunes se firmó la venta, aprobada por resolución del Juzgado de lo Mercantil número 1 de Zaragoza, de la línea de negocio cárnica que la empresa tiene situada en una instalaciones en el recinto de Mercazaragoza, que ahora pasará a manos del grupo Cárnicas Gállego, fundada en 1945 y situada en la localidad zaragozana de Villanueva de Gállego, donde cuenta con unas modernas instalaciones levantadas en 2009 que superan los 7.500 metros cuadrados levantados sobre una superficie de 13.000 metros cuadrados. El centro alberga la producción, de forma artesanal, de una amplia gama de embutidos frescos y curados, cuenta con una sala de despiece de vacuno, porcino y ovino, una sala de preparación de pedidos en la que se realiza mediante labor tradicional el fileteado, troceado, corte y selección de sus producciones.
La compra por parte de Cárnicas Gállego incluye la mayor parte de la maquinaria de la sociedad Arento Industrias Cárnicas y la subrogación de 13 trabajadores. Dado que la plantilla de esta fábrica ascendía a 30 empleados, a los otros 17 trabajadores se les aplicará un expediente de regulación de empleo (ERE) que se acordará con sus representantes sindicales. Las nave de Mercazaragoza en la que Arento desarrollaba esta actividad es de propiedad del grupo, que intentará su venta.
Fuentes del grupo cooperativo señalaron este lunes que el Consejo Rector y los órganos de administración del resto de la sociedades del grupo han acordado instar la liquidación de las mismas ante el juzgado, dado que no ha sido viable conseguir un convenio de acreedores y por lo tanto resulta más conveniente liquidar la actividad que dichas empresas están desarrollando actualmente.
De esta manera, explicaron estas mismas fuentes, en los próximos meses se procederá a la venta de las dos fábricas de sémolas y harinas situadas en las localidades zaragozana de Daroca y de Tauste como del reto de activos del grupo. «La actividad de estas dos harineras continúa con normalidad gracias a los diversos acuerdos para trabajar a maquila», explicaron dichas fuentes. Y señalaron que la venta de la unidad productiva permitiría no solo la continuidad de las fábricas sino el mantenimiento de casi 50 puestos de trabajo. Desde el grupo cooperativo se reconoció que diferentes firmas han mostrado interés por su adquisición, aunque se prevé que la materialización de la posible operación no se produzca hasta al menos un par de meses.
Una crisis que se inicio en 2017
Fue en diciembre de 2017 cuando el gigante agroalimentario levantado en 2005 comenzó a tambalearse azuzado por los envites de una elevada deuda financiera y una falta de circulante que ponía en peligro los pagos a los que el grupo cooperativo tenía que hacer frente de manera inmediata.
Dejarlo caer no era una opción. Así que un grupo de cooperativas –por iniciativa de sus presidentes– decidieron tomar el mando e intentar cambiar el rumbo de lo parecía un final fatal. Los esfuerzos, incluida una ampliación de capital, no dieron el resultado esperado, porque cuando parecía que el grupo empresarial, en marzo del pasado y complicado año marcado por la pandemia Arento perdió el soporte financiero de Caja Rural de Aragón, precisamente cuando ya se había elaborado con la entidad una nueva operación que iba a ser presentada al resto de las entidades acreedoras.
De ahí al concurso voluntario de acreedores apenas mediaron unos meses. El 11 de junio del pasado año, precisamente el mismo día que Arento reunía a sus socios para informarle de los detalles que habían provocado esta decisión, el Juzgado de lo Mercantil número 1 de Zaragoza publicó la declaración del concurso en auto judicial.