Pesa 189 gramos. Cuesta al menos un par de veces más de lo que pesa si lo desnudamos de diseño, ensamblaje, distribución, marketing, publicidad o I+D. Y hacemos hincapié en el concepto «cuesta», porque para muchos de sus propietarios implica someterse a una financiación que multiplica su precio hasta niveles sorprendentes para las ajustadas economías domésticas del ciudadano medio. Máxime, si se tiene en cuenta que se trata de un dispositivo cuya vida suele alcanzar los dos o tres años, en el mejor de los casos, y cuyo precio es similar al de un potente ordenador portátil. No cabe duda de que el converso pone en la balanza el valor añadido que le aporta un dispositivo de pequeñas dimensiones que le permite llevar casi una completa oficina virtual en su bolsillo.
Y es que para Apple, el iPhone nunca ha sido exactamente un smartphone al uso. Digamos que lo considera algo distinto, algo ‘different’. Por otro lado, hay que tener en consideración que esta subida a la parra no es exclusiva de la compañía de la manzana, ya que no dista mucho de los ratios que maneja la competencia para colocar sus modelos de gama alta. Es algo en lo que han incidido hasta las compañías chinas como Huawei o Xiaomi, que no hace mucho presumían de similar tecnología a precios más populares.
Xiaomi Mi 10 Pro (desde 999 euros)
Samsung Galaxy S20 Ultra (desde 1.359 euros)
Huawei P40 Pro (desde 1.099 euros)
Samsung Z Flip (desde 1.500 euros)
LG V50 (desde 899 euros)
Motorola Razr (1.599 euros)
Sony Xperia 1 II (desde 1.119 euros)
Google Pixel 4 XL (desde 899 euros)
El coste real de lo que atesora su casi impenetrable cubierta lo sabemos gracias al sesudo interés de comunidades como iFixit, que se entretiene en desmenuzar este tipo de productos hasta dejarlos en los componentes básicos. Si bien es cierto que esta distancia entre el coste real y el final en tienda se ha ido reduciendo con el paso del tiempo debido, en buena medida, a la mejora de los componentes integrados, de la tecnología que los hace funcionar y de unas carcasas más robustas e impermeables, sigue existiendo una notable diferencia entre ambos valores. No obviemos que el precio de partida del modelo más económico del iPhone 12 Pro es de 1.159 euros.
Al margen de esta fractura entre objeto de deseo y el poder adquisitivo, es imposible no caer rendidos a su hipnótica atracción. Tiene una estampa espectacular, con un acabado elegante y minimalista. Curiosamente, el modelo 12 Pro vuelve a una carcasa de acero inoxidable con corte plano al estilo de los viejos modelos iPhone 4 y 5. En su corazón juega en otra liga, optimizando detalles fundamentales como alcanzar el nivel máximo de rendimiento o la mayor autonomía de batería. Se especula sobre si al nuevo procesador A14 se le ha puesto un «bozal» para que no campe desbocado, devorando la batería y poniendo en riesgo el sobrecalentamiento del terminal. Incluso en los últimos años se han sacrificado aspectos relacionados con el sonido hasta llegar a prescindir de la entrada de auriculares, en detrimento de otros relacionados con la fotografía y, sobre todo, con el vídeo. Desprenderse del supuesto lastre que habrá hecho removerse los huesos musicales de Jobs, probablemente ha permitido a sus ingenieros poner a punto más fácilmente otras importantes innovaciones como la implementación de tecnología 5G, vidrios más resistentes para la pantalla que ahora es Ceramic Shield o una mayor estanqueidad estructural con certificación IP68, capaz de resistir la inmersión hasta 6 metros de profundidad durante casi media hora.
Es una máquina de precisión que corre en 5G, con velocidades inalámbricas de infarto y un rendimiento hipervitaminado que permitirá a los más entusiastas disfrutar de películas HDR sin interrupciones en su pequeña pantalla. Unas prestaciones que se verán potenciadas por el A14 Bionic, el chip de cinco nanómetros con hasta un 40% más de transistores y componentes del tamaño de átomos. Así como por el nuevo procesador ISP para grabar con Dolby visión como si de un equipo profesional se tratara.
Este ‘Frankenstein’ tecnológico es una creación compuesta por innumerables piezas de fabricación propia y también de la más variopinta procedencia, algunos de ellos competidores directos como Samsung, Sony o LG. Sin ir más lejos, la primera ha llegado a fabricar para Apple componentes tan importantes como las pantallas o las baterías, mientras que Sony suele ser la elegida para los sensores de las cámaras, Toshiba durante un tiempo fabricó la memoria flash (hasta que vendió esta división), Bosch los giroscopios y Qualcomm pasó de fabricar varios de los componentes a convertirse en un litigador en los tribunales tras diversos desacuerdos comerciales. Y así hasta 400 proveedores que van rotando cada año. Basta consultar el documento oficial donde Apple muestra todos con los que trabaja actualmente www.apple.com/es/supplier-responsibility/pdf/Apple-Supplier-List.pdf para hacerse una idea de lo bien que juega sus cartas en esta partida por hacerse con el gadget emocional de nuestro tiempo. Entre todos destaca la factoría taiwanesa Foxconn, capaz de ensamblar más de 300 iPhones por minuto en las plantas que posee en China (medio millón al día). Un polémico socio que se ha visto obligado a mejorar las condiciones de trabajo de sus empleados, tras las numerosas denuncias de explotación laboral que trascendieron en los medios de comunicación de medio mundo.
La nueva estrategia parece que pasa por sobredimensionar la presencia de terminales en diversas categorías. Antes Apple lanzaba uno o dos modelos con una nomenclatura muy definida. Ahora es posible encontrarse con hasta cuatro nuevos iPhone 12: el mini, el estándar, el Pro y el Pro Max. Amén de los restos de partidas anteriores como el 11, SE o el XR, que siempre quedarán en tienda esperando a los rezagados hasta agotar stock. Todo vale en la búsqueda por no perder cuota de mercado.
El iPhone 12 Pro estará disponible en versiones de 128 GB, 256 GB y 512 GB, en color grafito, plata, oro y azul pacífico, a partir de 1.159 euros, mientras que el iPhone 12 Pro Max parte de los 1.259 euros.
Sin cargador
Vendido como otro avance significativo llega también el conector de carga MagSafe, un enganche magnético inalámbrico con sistema de carga rápida que lamentablemente no viene incluido. Ni éste ni uno de cable, lo que obliga a hacer un desembolso extra a los compradores que no posean el adaptador de corriente de un modelo anterior. Tampoco incluye auriculares. La compañía alega que esta medida va acorde con su compromiso de cumplir los objetivos medioambientales de alcanzar cero emisiones de carbono.
Ficha iPhone 12 Pro
Pantalla OLED 6,1″ Full HD HDR 10
Procesador Apple A14
RAM 6 Gigas
Software iOS14
Conectividad 5G Gigabit LTE y LAA4; WiFi 6, NFC y Bluetooth 5.0
Cámara frontal 12 Mpx HDR
Tres cámaras traseras de12 MPx, teleobjetivo y gran angular 120º
Dimensiones 146,7×71,5×7,4 mm
Reflexionando mientras muerdes la manzana
Apple no es la misma desde que su mentor Steve Jobs nos dejara hace 9 años. Ya había perdido algo de chispa por el camino tras la marcha del bueno de Wozniak. Nada comparable a esta travesía iniciada en 2011 en la que navega tocando puertos seguros a las órdenes del capitán Cook (Tim para los amigos). Puliendo un poco el diseño del envoltorio de sus dispositivos, colocando mejores cámaras o subiendo la velocidad de sus procesadores. Alimentando a la bestia y el precio de las acciones según toca en cada ejercicio. Sin embargo, por momentos van despertando del letargo más especialistas que comentan que la innovación va yendo justa en una empresa que trabaja dentro de un círculo de forma circular para que la rueda no deje de rodar.
El colérico Jobs era un obseso de la perfección. Pero, lo más grande que hizo por su manzana digital, fue consolidar un prestigio de marca de tal nivel que dejó impresa en el imaginario colectivo la ensoñación de un dispositivo con el logo de una fruta quebrada como estigma imperecedero de estatus y poderío social. Hasta el punto que la posesión de un iPhone a día de hoy es equiparable a la de conducir un Ferrari o alojarse en el Hilton, salvando las distancias…