4) Pink Floyd
Después de estar inactiva entre 1984 y 1986 luego de la partida de Roger Waters, este nombre reagrupado en un trio, sale del arca sagrada pasando por todo tipo de tratamientos físicos y espirituales que rejuvenecen su figura a finales de los ochenta para así esparcir el fluido rosa y dejar a muchos manchados de por vida.
73,5 millones de copias certificadas están en hogares de Norteamérica y otros 50 millones por el resto del mundo, muy a pesar de no contar con material realmente nuevo desde 1994, hace ya veintiséis años. Lo último de la banda (The Endless River, 2014), fue la declaración de un río sin más delta al que llegar, y así en 2017 se daba inauguración a la exposición Their Mortal Remains (Sus Restos Mortales) que dejaba ya por sepultado a unos restos en apariencia nada mortales.
Es curioso, pero un tal David Gilmour que entra en la banda en 1968 para reemplazar al virtuoso Syd Barret, es quien ha llevado el peso de propulsar a este enjambre más allá del lado oscuro de la luna. Ciertamente sabía lo que hacía al titular a ese álbum de regreso en 1987 con el juego de palabras “A Momentary Lapse of Reason”. Mucha locura hay que tener para creer que si se podía seguir facturando por las glorias cosechadas en el pasado.