La era de los fondos soberanos

Por Redacción

La apuesta de los fondos soberanos por el capital riesgo cada vez es mayor. En 2018 representaron un 10% de su inversión global. El capital riesgo se enfoca en la innovación y en la tecnología, que provoca más productividad, riqueza y bienestar. El apoyo de los fondos soberanos le añade un elemento reputacional y un compromiso político que se alinea con cuestiones como la agenda 2030 o los objetivos de desarrollo sostenible. Estos capítulos incluyen inversiones como ciclos de agua, infraestructuras o energías renovables en los que España es competitiva y líder en los mercados internacionales.

Esta circunstancia hace que la alianza de nuestro país con los fondos soberanos pueda ser útil para ambas partes, y en cierto modo ya se está notando. “España está posicionándose cada vez más y mejor como destino de los fondos soberanos. Estamos entre los diez receptores principales. No solo hemos mejorado a nivel cuantitativo, sino también cualitativo. Antes hacían compras minoritarias en empresas y ahora realizan más de alto valor y alto componente tecnológico”, señalaba María Peña, consejera delegada del ICEX, en una presentación reciente de un informe sobre fondos soberanos.

Los fondos soberanos invierten de manera muy dinámica en nuestro país. En los últimos años lo han hecho especialmente los del Golfo, Singapur y China. También el de Noruega, que es el más grande del mundo: “Han invertido intensamente en España, y cada vez con un afán de mayor diversificación”, añade Peña.
La consejera delegada del ICEX piensa que es clave que continuemos ofreciendo a los fondos buenas oportunidades de inversión, y así seamos capaces de seguir atrayendo unos fondos que harán que nuestras empresas se hagan más fuertes.

Susana Malcorra, ex ministra argentina y decana de IE School of Global & Public Affairs, resaltaba en la misma presentación el papel de los fondos soberanos en la agenda 2030: “Son importantes a la hora de ver cómo vamos a querer nuestro mundo y nuestra inserción en este mundo; a la hora de hacer apuestas que no son las más tradicionales”. En este sentido, llamaba la atención sobre el foco de inversión de los fondos soberanos en la biotecnología y en la salud en general en los tres últimos años: “Responde a las necesidades de su población, que es creciente, urbanizada y con peligros y riesgos de pandemias”.

Desde su departamento, Malcorra trata de impulsar la investigación de las palancas de cambio con impacto en el mundo, y los fondos soberanos forman sin duda parte de ellas. “Desde España hay grupos haciendo investigación puntera en áreas que no se están investigando en otros países. Eso posiciona a España en la agenda del mundo; proyecta su investigación y sus conocimientos”, indica.

Los fondos mantienen su inversión en sus áreas tradicionales: China, Estados Unidos y la India se llevan la parte esencial de las inversiones. La diversidad crece por el lado de la biotecnología, que ya se lleva un 20% del portfolio (catálogo). España es una potencial receptora en este segmento.

Uno de los principales expertos en fondos soberanos es Javier Capapé. Es el editor del informe Sovereign Wealth Funds 2019, que cumple su octava edición. Según sus datos, en el mundo existen 94 fondos soberanos activos, que mueven 8,3 billones de dólares. Sesenta y cinco países tienen su fondo y veinte lo están pensando. El principal polo es China. Allí hay seis fondos soberanos que mueven 2,6 billones. “Asia y Oriente Medio dominan el mundo”, afirma Capapé. El segundo polo es Noruega. Cuenta con el fondo soberano más grande del mundo y es un modelo de transparencia. El tercer polo es Oriente Medio. “Cuenta con un buen número de fondos ligados a los hidrocarburos; fundamentalmente al gas natural y el petróleo, que son sus fuentes de financiación. Es la zona del mundo más interesante para analizar. Gestionar bien esos recursos tendrá impacto en la región y en el mundo”, explica Capapé. El cuarto polo es Singapur: “Tienen dos fondos pequeños pero son líderes en actividad y en sofisticación”.

Sesenta de los noventa y cuatro fondos se han creado antes de 2010. Son los sesenta antiguos: los fondos maduros. Después de 2010 no se ha creado ningún fondo grande.
En España Cofides ha creado un vehículo de coinversión con el fondo soberano de Omán. Francia e Italia han hecho lo mismo con fondos de Catar, Kuwait y China. Este modelo europeo es un modo de aliviar el miedo a que estos fondos inviertan solos y su actuación pueda afectar a cuestiones estratégicas.

Los fondos soberanos se ven como un modo interesante de invertir en África. “Es una buena manera de gestionar los recursos naturales y la riqueza nacional (minerales, petróleo o gas natural) de una manera más transparente y separándola del corto plazo; pensando en el futuro. Uno de los objetivos del fondo soberano es preservar la riqueza natural de una manera financiera y transformar algo finito en potencialmente infinito”, indica Capapé. Noruega, por ejemplo, explicó en los resultados de su fondo este año que genera más dinero con sus inversiones que las que obtenía con sus exportaciones de gas natural, su principal bien. “Dicen que han pasado de ser una oil nation a una oil fund nation: de ser una nación de petróleo se han convertido en una nación de un fondo de petróleo, más diversificada de los riesgos”, añade Capapé.

Hay países como Sudáfrica que están pensando en crear su fondo soberano. Otros, como Japón, que tiene el fondo de pensiones más grande del mundo debido al envejecimiento de su población, meditan dividir su fondo para invertir de otra forma y poder plantearse la posibilidad de coinvertir. “Muchos países están estableciendo fondos, y las empresas españolas tienen en ellos una oportunidad muy grande”, señala Capapé, que se refiere a países como Kazajistán, Azerbaiyán, Nigeria o Perú. “Necesitan invertir capital, y esa es una oportunidad que hay que aprovechar”, indica.

Los diez principales fondos soberanos controlan el 75% de la industria. Los gestores (Blackrock, Vanguard…) están participados por cientos de fondos soberanos diferentes que les dan mandatos concretos. Temasek y GIC lideran desde el año 2012. Mubadala también está creciendo bastante rápido. Los fondos de Reino Unido cuentan con un equipo fuerte, formado en Singapur y cuyo conocimiento en la industria hace que participen en coinversión. Irlanda y Rusia poseen fondos de desarrollo, que invierten en sus propios países.

Los principales destinos de inversión siguen siendo Estados Unidos, China e India. Por volumen, India ha caído un poco, aunque Capapé estima que este capítulo distorsiona la clasificación: “Una sola operación de 10.000 millones puede colocarte entre los cinco primeros”, como ya ha ocurrido alguna vez. Un ejemplo fue la venta de la holandesa AkzoNobel, principal empresa de pinturas decorativas e industriales a nivel mundial, a Carlyle y GIC por 10.100 millones de euros en 2018.

Uno de los cambios relevantes que se ha producido en la industria ha tenido que ver con la tecnología: “Hace años eran operaciones pequeñas. Ahora lideran en operaciones y en volumen invertido”, indica Capapé. Aun así, cada uno tiene su plan. Australia puso en marcha un plan para reciclar sus infraestructuras con nuevas licitaciones a cien años vista. Los fondos han entrado a proyectos entre los que se incluye, por ejemplo, una autopista en Sidney que irá bajo el suelo.

Las ciencias de la vida se han situado en el segundo lugar de inversión por número de operaciones y en el cuarto por volumen. El sector de la construcción y las infraestructuras se encuentran entre los destinos deseados por los fondos debido a la cantidad que pueden invertir en una operación: “Recuerdo una vez que un fondo nos decía que no es fácil saber dónde invertir 40.000 millones. Con seis o siete operaciones de 5.000-6.000 millones liberas la necesidad de inversión”, explica Capapé.

La inversión está creciendo en áreas como la biotecnología, el software, mucho en fintech, datos, movilidad, comercio electrónico y logística: “Es el esqueleto que sostiene el comercio electrónico. Es imposible que sea eficiente sin estos centros de distribución. Por eso apuestan por ser dueños de estas plataformas. Las tres grandes casas de inversión en logística tienen dinero de los fondos soberanos o son propiedad de ellos”, asegura Capapé. Lo mismo pasa con la movilidad: “El gran reto es entender cómo gestionar las megaciudades de 10-15 millones de habitantes. No van a parar de crecer, sobre todo en los mercados emergentes”.

La inversión global en capital riesgo tuvo un pico en 2018 y una caída en 2019. Lo mismo ocurrió con los fondos soberanos, aunque en su caso fue algo más pronunciada. Capapé alude a dos intuiciones como posibles explicaciones. La primera es un cierto agotamiento en el inversor institucional: “Ver más riesgo que rentabilidad invirtiendo en fases tardías de financiación de startups (empresas tecnológicas de reciente creación)”. La segunda es el efecto WeWork, la empresa de centros de coworking: “Tenía una valoración de 47.000 millones en enero de 2019 y fue rescatada en diciembre por su principal accionista, Softbank, por 8-9 millones. Es una pérdida de valor de casi 40.000 millones. Era una empresa que tenía un gran reconocimiento mundial por su capacidad de expansión y de cuota, pero después salió a la luz su falta de rentabilidad y su capacidad de quemar liquidez”.

Los fondos soberanos que invierten en innovación lo hacen en Estados Unidos, China, India, Reino Unido y Singapur. “Europa no aparece. Ningún país de nuestro continente se lleva más del 3%. En el ecosistema español hay cierta operación, pero muy poca. China supera a Estados Unidos en volumen. Hay más megarondas en China que en Estados Unidos. Allí puede haber rondas de 14.000 millones”, indica Capapé.

“Los fondos soberanos invierten en operaciones muy tardías, cuando los que reciben el dinero ya son gigantes tecnológicos. La mayoría de las veces (54%) emplean más de 100 millones. Hay un 26% de operaciones de menos de cincuenta millones. También están en series tempranas. Hasta el año 2014 se invertían 600 millones al año. Después de subió a 12.000”, explica Capapé.
Los inversores prefieren invertir en las series B y C (las letras indican el momento de financiación), pero también lo hacen en A, F o J, como ha ocurrido con Uber, WeWork o Airbnb. “A veces también lideran el proceso”, señala Capapé. Los fondos soberanos están desembarcando en biotecnología, en tecnología de la vida y en sanidad, de manera masiva en los últimos años. El 80% de las inversiones las efectúan Estados Unidos y China, aunque EEUU se lleva más de la mitad. Arabia Saudí también ha entrado en la española Grifols.

El fondo soberano de Noruega anunciaba hace un año un retorno del 20%. Más recientemente, declaraba estar en el -6%. Capapé sostiene que su rentabilidad no está muy lejana del que invierte en renta variable internacional, pues sigue un índice: “Los fondos soberanos de largo plazo se dedican a preservar una riqueza, bien sea de recursos naturales o reservas de divisas, para las generaciones futuras”. El fondo de Noruega se basa en la justicia intergeneracional.

La sostenibilidad cobra también importancia entre los fondos soberanos y supone ya 16.000 millones: un 10% de su actividad.

Los fondos también vienen a España, y han desempeñado apuestas significativas, como la de Mubadala por Glovo o la del fondo de Bahrein en Premo, que refleja el interés en el mundo del coche eléctrico (Premo fabrica piezas para ellos). También han entrado en Cellnex, líder de torres de comunicaciones móviles, en una clara señal de la importancia creciente de la industria de contenidos y datos por voz. “Los fondos soberanos son cada vez más sofisticados y entran en sectores más complejos, como el capital riesgo. España debe tratar de atraer inversiones con sentido de largo plazo”, afirma Capapé.

Su papel va a ser importante en los próximos años. De eso no cabe ninguna duda. Por eso cada país se centra en sus intereses: Arabia Saudí en la agricultura. China es un inversor también potente en impresión 3D. “Si en vez de invertir en veinte compañías lo haces en veinte fondos de capital riesgo, que a su vez invierten cada uno en quince compañías, has multiplicado por trescientos tu radar de observación. Eso te permite obtener una inteligencia de mercado muy relevante sobre aspectos que pueden afectar a tu seguridad o al futuro de un país”, sostiene Ignacio de la Torre, socio y economista jefe de Arcano. Lleva a una conclusión evidente de que los fondos soberanos van a ser muy importantes en los próximos años, y que las empresas y los países se juegan mucho en ser hábiles y trabajar para captar su atención.