Atrás quedaron los años en los que el tenis era el centro de la vida de Pedro Escudero. Tiempos en los que dedicaba entre seis y siete horas de entrenamiento diario a la práctica de este deporte, a lo que había que sumar partidos y viajes. No había tiempo para ir al instituto. Estudió el Bachillerato a distancia. Entre sus compañeros de la élite del tenis español estaban Carlos Moyá y Carlos Costa.
Pero hay algo de aquellos años que sigue muy presente en su vida: su determinación. En las pistas ganó la capacidad de trabajo, aprendió a ganar, a perder y a tomar decisiones con la cabeza. Todo ello ha sido clave para llegar a donde hoy se encuentra. Pedro Escudero es el socio fundador y actual consejero delegado de DPM Capital, un grupo financiero que gestiona unos recursos de inversión de cerca de 300 millones de dólares. “En el mundo de los mercados hay muchas emociones, porque de vez en cuando son maniáticos, personas comprando y vendiendo. Las decisiones tienen una parte emocional. Esa mano y cabeza fría típicas de un deportista, que toma decisiones basadas en fundamentos, es clave para la inversión”, cuenta Escudero en entrevista a Capital. “En las inversiones, si tienes pocos errores no forzados, tienes muchos aciertos. Igual que en el tenis, el que está en el Top 10 es el que menos errores forzados tiene, algo clave en las inversiones”, añade.
Nació en Astorga en 1975, aunque pasó 14 años de su infancia en A Rúa (Orense). Fue primero en el ranking del campeonato nacional junior de tenis y una lesión en el brazo se cruzó en su camino de deportista. “Llegué a EE.UU. en 1996 para ver si me podían operar. Llevaba tiempo sin poder jugar al tenis. Me acabaron dando una beca y me gradué en Carolina del Norte, con dos operaciones del codo incluido”, recuerda el ex-tenista. Fue también con mucho esfuerzo y dedicación que logró el nivel de inglés necesario para poder estudiar en una universidad americana a donde más tarde regresaría para cursar el prestigioso MBA de Duke University. “La mejor decisión que tomé en mi vida, porque allí conocí a mi esposa”, dice sonriendo Escudero. Madeleine, el amor de su vida y madre de sus tres hijos: Daphne, Ophelia y Arthur.
La vida le fue llevando por otros caminos, ya alejado de las canchas, y empezó a trabajar en Lehman Brothers, en el World Financial Center. El 11-S Pedro Escudero estaba allí, aunque en el momento del derrumbe, cuando una de las Torres Gemelas cayó encima de dicho edificio, él ya se encontraba caminando hacia Midtown. “Vi todo, incluyendo a la gente tirarse por las ventanas de la torre….”, recuerda entristecido.
Crear su propio fondo
Su trayectoria profesional continuó en otras entidades: CitiGroup, Deutsche Bank y J.P. Morgan, donde estuvo cinco años. “Mi pasión fue siempre entender por qué unas empresas son mejores que otras, el capitalismo per se. Saber por qué a un país le va mejor que a otro”, cuenta el CEO de DPM Capital. Ha invertido muchas horas en leer y estudiar biografías para evitar los errores de los demás. «Quise abrir mi propio fondo, mi empresa, para poder invertir en los mercados de capitales”, añade. Una idea complicada porque “es dificilísimo encontrar el inversor central: tienes que mirar quiénes son tus socios y quiénes te van a ayudar”. Pero a veces las cosas acaban por ser más fáciles de lo que uno piensa. Comenzó a hablar del proyecto con un amigo suyo de toda la vida, Daniel Homedes, “un maestro de las relaciones sociales. Fue agente deportivo, estuvo con los mejores deportistas nacionales e internacionales”, dice de él su socio. Ahora es el responsable de ventas de DPM Capital, labor que compagina con la propiedad de Dara Sports, una firma de marketing y representación deportiva que fundó en 2011. Anteriormente trabajó en Octagon.
Se unió al equipo fundador un tercer miembro, Marcelo Claure, quien “empezó en los 90 con una tienda de celulares, en Boston; compró otras y luego entró en la distribución de móviles… Un empresario que sabe montar una empresa y hacerla crecer”. Ocupa actualmente la dirección general de Softbank, que facturó más de 11.000 millones entre abril y junio, y la presidencia de la firma de capital riesgo Fortress Investment, además de estar al frente de WeWork. De nacionalidad boliviana y estadounidense, cuenta con importantes proyectos en España, como una participación en el Girona FC. Es también fundador del equipo de fútbol Inter de Miami, junto a David Beckham, y el Club Bolívar, en La Paz.
Este equipo fundador de lujo arrancó el proyecto hace 3 años con una idea muy clara de la inversión. Invierten en dos tipos de empresa. Una, que representa la mayor parte del portfolio, es la que llama “empresas monopolísticas en el buen sentido de la palabra, que participan en un sector donde hay pocos competidores”, explica Escudero. Cuando hay mucha competencia entre las compañías “se crea inestabilidad en el sector, lo cual también es malo para los empleados, porque al final empiezan a despedir”, reflexiona. Señala que es importante estar en una empresa “donde los volúmenes de ventas suben, los precios pueden aumentar, los costes son estables y hay poca competencia. Pero también invierte en empresas a las que él llama “unique species” (especies únicas). Y eso porque entiende que el modelo más extremo de negocio “es el capaz de sobrevivir: necesitas crear un sistema tan extremo donde los competidores piensan que estás hasta loco y no son capaces de replicar el modelo. Así puedes competir en precio, calidad y servicio”, apunta el CEO de DPM Capital. Reconoce que es un mercado un poco más difícil que el monopolístico, porque tienes que competir en precio, pero lo sigue porque a veces encuentra alguna empresa que es realmente única.
Portfolio
De las más 500.000 empresas listadas en todo el mundo, “sólo hay 70 clasificadas para lo que yo hago. Y estoy especializado en esas 70 empresas”, subraya. Además, para entrar en su portfolio, “tienen que estar en la valoración más baja de la historia de la empresa, por lo que el número se reduce a 10-15 empresas”, confiesa Escudero. Pero ese doble margen de seguridad, uno la calidad de la empresa y otro la valoración tan baja de la misma, le da muy buenos resultados. En estos casi tres años en los mercados, de octubre de 2017 hasta el cierre del pasado mes de agosto, DPM Capital ofreció un retorno total del 87,5%, de acuerdo al informe mensual que envió la firma a todos sus partícipes. Una rentabilidad muy por encima de los principales índices de referencia, y todo ello gracias a su particular filosofía de inversión. “Si con nuestra gestión no conseguimos superar de forma regular al mercado, no tengo ninguna duda de que nuestra generación de valor es nula y, por tanto, nuestro futuro está comprometido››, asegura Escudero. Así, por ejemplo, el S&P 500 ha avanzado en el mismo periodo un 37,2%, mientras que el Ibex 35 de la bolsa española ha retrocedido un 12%.
La mayor parte del tiempo Escudero está leyendo, y “casi nada ejecutando transacciones en el mercado”. Pone mucha pasión, al igual que hacía en el tenis. “Esto no es una profesión con fecha de jubilación; aprendes cada día, mejoras. En el deporte el cuerpo te hace jubilarte, y aquí la mente es la que te da músculo. Los inversores que siguen educándose cada día se hacen mejores con la edad”, afirma el inversor. Le gusta estudiar no sólo a la empresa, sino también a quién la dirige, cuáles son las metas, cómo tratan al inversor… Estudiando las biografías te das cuenta de cómo han formado poco a poco el modelo de negocio”. Y es que al final, “si puedes replicar una empresa con dinero, ya no tienes una característica especial, pero si tu modelo es distinto o las barreras de entrada son difíciles, te hacen especial”.
El equipo de DPM Capital lo forman ahora siete personas. Unos están en la parte financiera, donde hablan con los bancos y se ocupan de la parte de operaciones; otros dan servicio a los inversores y luego está “la parte de invertir, que es la mía, donde está el trader, el analista”. Para el CEO de este grupo financiero las tres partes son clave, porque necesitas “tener una empresa donde todo funciona bien, sobre todo al estar registrada en la primera categoría y estar auditado por KPMG. Todo debe funcionar perfectamente”.
Durante la pandemia ha trabajado desde casa y asegura que “ha sido la recesión más rara que he visto en mi carrera y en la historia porque, en sí, lo que ha pasado es que se han cerrado las economías, han caído los mercados, con algunos sectores muy afectados”. Pero, al mismo tiempo, los bancos centrales, sobre todo en los países grandes, “han imprimido capital y empiezan a comprar todo tipo de bonos. Esa gente tiene que hacer algo con su dinero, y les empuja a los mercados de renta variable”, explica Escudero. “Pero si toda la economía está mal y los mercados de capitales están arriba… Es un movimiento artificial hecho por los bancos centrales”, alerta. Una burbuja que, para resolverla, “o explota, o poco a poco se desinfla”. Cree que la economía real está muy lejos de donde están los mercados. Como consecuencia, “el inversor está tomando riesgos que no debía y hay una posible inflación futura”.
Con oficinas en el Meatpacking de Nueva York y Miami, DPM Capital estudia ahora nuevas alternativas para ofrecer un abanico completo y diversificado de productos para el ahorro. “Buscamos crear productos singulares con estrategias claras y transparentes, que vamos adaptando y actualizando de acuerdo a la evolución de los mercados y la economía, y en las que confiamos absolutamente”, explica Escudero. Cuentan con clientes institucionales, family office… todos con una alta capacidad de inversión. Cree que la industria se ha enfocado en dar retornos pobres pero con poca volatilidad, los precios de las acciones son ineficientes a corto plazo y el hecho de que suban o bajen no tiene nada que ver con el valor de la empresa. “La industria funciona así: se enfocan en tamaño y no en performance. Y el valor añadido es eso, dar a tu inversor un retorno por encima de lo que te da el mercado. Nuestra meta es dar valor añadido”, asegura el analista.
Hubo un tiempo en que Pedro Escudero trató de volver a España, pero se fue adaptando a Nueva York, al trabajo, y ya con la familia, se fue alejando cada vez más esa posibilidad. Eso sí, siempre que puede, vuelve. Y se siente muy orgulloso de ser español.