El CEO de MTX CORPORATION, Miguel Ángel González, constata que ‘somos más que una multinacional, somos una familia’

Por Remitido

Cuando este longevo empresario vasco decidió lanzarse a la aventura del emprendimiento con tan solo 19 años, allá por la década de los 80, no podía imaginar que cuarenta años después y a base de una especialización constante en el sector de la nutrición haría feliz a tantas personas. Y es que MTX CORPORATION no es una simple empresa más dedicada a los productos de suplementación deportiva.

Líder en su sector y con unas estadísticas de éxito que hablan por sí solas, el pequeño retoño que Miguel Ángel González gestó hace 25 años, hoy ya transformado en un coloso industrial, no ha perdido ni dejado atrás la esencia con la que fue creado.

Constancia y tradición, sin olvidar los orígenes

Crear, planificar y organizar es una de las facetas por las que el fértil empresario, natural de Irún, es conocido en los círculos y foros industriales de su ciudad. «MTX fue un proyecto que nació con las ansias de crecer, desarrollarse y expandirse, algo que, sin duda, hemos conseguido mediante una constante internacionalización comercial. A base de un trabajo riguroso, sacrificio y profesionalidad. Hoy, estamos implantados en la Unión Europea y abriendo mercados en Asia y Latino América, pero sin olvidarnos jamás de dónde venimos«, relata, como no podía ser de otra forma, orgulloso el CEO de la compañía, sabedor del prestigio y la distinción que significan sus siglas en el sector nutricional español e internacional.

Más que una multinacional, una familia

Muchas personas, en múltiples departamentos, han pasado por MTX CORPORATION, a lo largo de los últimos 25 años, y otros más tendrán que pasar, pero todas con una premisa fundamental, el compromiso, la colaboración y las ganas de trabajar en equipo englobados dentro de una empresa que no ha perdido el espíritu familiar ni la vocación de servicio, ofreciendo siempre su mejor cara a los distribuidores y clientes y nunca dejando de mimar ese plus extra que aporta el trato directo e individualizado.

«Apostar por la investigación y el desarrollo es fundamental y piedra angular de nuestra política corporativa y comercial, pero el factor humano es igual de importante en nuestro concepto. No queremos parecer una empresa deshumanizada o digitalmente insensible que sustente su interacción con el público exclusivamente en las nuevas tecnologías, como está pasando en el sector bancario, donde cada vez hay menos personal. Detrás del teléfono de MTX, siempre habrá una persona para aportar una atención al cliente de calidad. Igualmente, nuestro equipo de agentes comerciales colegiados, mediante una visita personalizada y que siempre marca la diferencia ante la competencia«.

Un galeón español bien armado

A Miguel Ángel González le gusta comparar MTX CORPORATION con un galeón español donde todos los componentes de la tripulación, desde el comandante hasta el grumete tenían su cometido, y era valorado de forma importante. Donde hay patrón no manda marinero, pero el CEO tiene claro que un verdadero capitán no puede estar siempre anclado en el puente de mando… «A veces hay que dejar el timón en buenas manos para bajar a la sala de máquinas y revisar los motores. Conocer a tus jefes de sección, supervisores y a los operarios es fundamental, saber el estado de tus empleados y hacerles entender que son importantes para la empresa en sus puestos y cometidos es algo que llevo transmitiendo desde que fundé mi primera empresa«.

MTX CORPORATION es clara en sus directrices internas y en todo lo referente a recursos humanos con los empleados. González, sabedor de que el conducto reglamentario dentro de una compañía es imprescindible y el esqueleto que la sustenta, no deja de lado ese cordón umbilical invisible que conecta cual matrix a su empleado con la matriz. «Somos una familia y cada uno tiene su función en ella. El empleado que mira por la compañía será siempre recompensado y la empresa se volcará en él. En MTX, todo operario que empieza desde cero tiene la posibilidad de promocionarse según sus capacidades operativas para llegar a lo más alto, escalando peldaños. Mi mayor satisfacción personal sería que el último muchacho contratado tuviera la ambición de algún día ostentar mi puesto. Por dos razones básicas, la primera porque conocería la empresa de cabo a rabo y la segunda porque tengo 60 años y algún día tendré que jubilarme…«.