El cambio real viene cuando se deja de ser gotas para ser olas

Por Remitido

La IX edición de Géiser, foro de innovación y empresa responsable culminó con éxito de convocatoria y mucha inspiración para trabajar, en equipo, por una sociedad más humana y colaborativa.

La innovación como forma de resolver problemas, dando respuesta a los desafíos actuales y futuros

Foro Géiser es más que un proyecto, es un movimiento, como bien indicaron los ponentes congregados en el Auditorio de Tenerife en la IX edición del evento. Una jornada por la que pasaron algunos de los referentes en innovación responsable más importantes de nuestro país que compartieron su conocimiento en torno al lema: El conocimiento que se comparte, transforma.

El tema principal compartido por todos los ponentes fue la innovación como forma de resolver problemas, dando respuestas a los desafíos de un mundo cambiante. “El método científico es esencial, pero es una herramienta, no es un fin en sí mismo, y en momentos como el que vivimos es importante preguntarnos cuáles son los objetivos y propósitos que persiguen nuestras organizaciones”, desarrolló Padrón, quien invitaba a reflexionar sobre los motivos por los que no se ha actuado ya en asuntos como la situación climática, la polarización social o el surgimiento de extremismos ideológicos. 

Todos los ponentes estuvieron de acuerdo en que es el momento de preguntarnos cuáles son los objetivos y propósitos que persiguen las organizaciones, centrándose en una economía humanista basada en personas y respeto al medioambiente. Porque el objetivo de Géiser es dotar de conocimiento acompañado de acción. “Los relatos son inspiradores, pero necesitamos experiencias que nos orienten para hacer de nuestros recursos y conocimientos herramientas útiles al servicio de una sociedad mejor”, concluyó David Padrón. 

Compartir para evolucionar

“La evolución real viene cuando dejamos de ser gotas para ser olas”. Esta frase fue la clave del inicio de Géiser, a cargo de David Padrón (Doctor de Economía Aplicada y Métodos y ExDirector General de Investigación y Coordinación del Desarrollo Sostenible del Gobierno de Canarias), que fue el responsable de dar inicio a una serie de charlas inspiradoras y píldoras formativas que congregó a cerca de 500 personas desde primera hora de la mañana.

En la colaboración entre personas, sectores y organizaciones es donde reside el potencial de nuestra sociedad: “Mucha gente pequeña en lugares pequeños haciendo cosas pequeñas pueden transformar el mundo siempre y cuando sean capaces de crear alianzas y trabajar en conjunto”, apuntó Padrón. 

El líder ideal sabe compartir y colaborar, tal como apuntó Daniel Truran en su píldora formativa sobre el líder ambicioso, apuntando que si un líder no tiene madera para ser colaborador, debe buscar a alguien del equipo que sí sepa colaborar, porque “se acabó la era de los superhéroes, es el momento de los súper colaboradores para penetrar en la era de la abundancia.”

La píldora formativa de Álex Pérez, responsable de relaciones con entidades de UnoEntreCienMil, pivotó sobre la idea de generar la transformación de una comunidad a través de un movimiento, que empieza de la nada y que va movilizando empresas, organismos y sociedad para generar un impacto en la Administración que derive en un cambio de protocolo. 

Innovación y tecnología no son lo mismo

“Es importante disociar la palabra innovación de tecnología”, afirmó Joan Carles Domènech (socio fundador y director corporativo de Impulso), y emplearla como respuesta a la creatividad, porque en los últimos 100 años no se han cambiado las organizaciones: “Hay mucho de tecnológico, pero poco de sustancial”, y recordó que en 1930 el economista Keynes predijo que en 2030 trabajaríamos 15 horas semanales gracias a los avances tecnológicos. Los avances han llegado, pero ¿es la tecnología la solución? Desde esa predicción, los puestos corporativos han pasado de representar el 25% al 75% en nuestras organizaciones, lo que ha encarecido las estructuras corporativas y ha convertido el “capital humano” en “recurso humano”, donde las personas han pasado a estar al servicio de los accionistas, dejando de ser el corazón de las empresas. El 74% las enfermedades son crónicas y las causa el estrés laboral, pero además más de la mitad de empleados no se siente comprometido emocionalmente con su trabajo. “Esto, empresarialmente, es estúpido”, afirmó rotundo Domènech, teniendo en cuenta que “en el mundo corporativo incómoda hablar de personas cuando reducir el absentismo en un 37% se traduce en un 21% más de productividad”.

Y entonces, se pregunta: “¿Seguimos en un modelo obsoleto que solo beneficia al 1%?” A lo que él mismo responde que las empresas deben cambiar el modelo poniendo las personas en el centro, encontrando un equilibrio entre crecimiento económico y bienestar de los equipos, dejando de poner el acento en la tecnología y poniéndolo en la transformación, con la capacidad de crecer como organización haciendo crecer a cada una de las personas que la forman. “Es posible ser inteligentes siendo humanos”. 

La innovación también va de resolver conflictos de valores humanos, como explicó María Guerrero: “Entre dos polos enfrentados, debemos añadir un nuevo eje que sea el propósito mayor, que nos haga entender que el sentido único no es el crecimiento económico ni la sostenibilidad, sino el bienestar universal”. 

¿Es realmente inteligente la Inteligencia Artificial?

A esta pregunta se fue respondiendo a lo largo de la jornada, donde las ponencias de Conchita Díaz (responsable de AI Trainings para EMEA de Google), Ramón López de Mantaras (fundador y director en Artificial Intelligence Research Institute) y Ginés León (responsable del departamento de Big Data y Data Science en Titsa) hicieron reflexionar a todo el auditorio. 

“No debemos tener miedo a la IA, Hollywood ha hecho mucho daño en ese sentido”, explicó Conchita, refiriéndose a los futuros distópicos que plantea la ficción con robots apoderándose del planeta. En su discurso plantea la IA no como inteligencia artificial sino como inteligencia aumentada, aunque reconoce que tal vez el nombre “inteligencia” no sea el más adecuado -aunque ya no puede cambiarse esto- sino que tal vez sería más apropiado usar el término “asistente personal”. En ese sentido, Ramón López de Mantaras indicó que «la inteligencia artificial no puede ser inteligente porque no tiene sentido común». 

Tanto Conchita como Ginés León enfocaron sus ponencias hacia los beneficios que la IA tiene para amplificar las capacidades de los humanos, permitiendo unir profesionales y datos para dar soluciones a problemas de movilidad (como es el caso del proyecto que Titsa está realizando para solventar los problemas de tráfico en Anaga), o la IA for good, una serie de proyectos de Google para facilitar la vida de personas invidentes, con problemas de dicción o de limitación de movimientos, como en el caso de los enfermos de ELA. La IA sirve para hacer de este mundo un lugar mejor, cambiando por completo la manera de trabajar, encontrando patrones en datos que nos permiten resolver problemas complejos haciendo crecer negocios y haciendo la vida más sencilla.  

Con un enfoque más crítico, López de Mantaras habló de la violación de la privacidad o la creación de imágenes falsas que pueden incrementar la polarización, o el poder excesivo que pueden llegar a tener las empresas que manejan estos sistemas. 

¿El desarrollo debe ir directamente relacionado con el crecimiento económico? 

El tema que suscitó más debate entre los ponentes fue la relación entre innovación y progreso, y si la innovación es progreso si solo beneficia a un pequeño grupo de personas. ¿Es sostenible pretender que hay que aumentar el PIB cada año? 

Para Salvador Rueda, el término “desarrollo sostenible” es un oxímoron, puesto que “el desarrollo tal y como se contempla actualmente va ligado a un mayor consumo de suelo, materiales y energía”, y López de Mantaras habló de que tal vez “deberían buscarse nuevas estrategias basadas en el desarrollo ligado al decrecimiento”. Ante esto, Daniel Truran respondió que «la economía de decrecimiento no funciona porque a la gente le gusta crecer, solo hay que enfocarse en crecer inteligentemente».

Cambiar todo sin cambiar nada

Salvador Rueda (fundador y director de la Fundación Ecología Urbana y Territorial) habló de ecosistemas y de cómo adaptar las ciudades para poner en el centro a las personas y la naturaleza. “A los políticos les falta coraje”, afirmó, porque tenemos la posibilidad de cambiar todo sin cambiar nada, solo con conocimiento, fuerza y pasión. También habló de esperanza y paciencia, porque cuesta mucho convencer a los responsables de convertir una ciudad hecha para los coches en otra que dé prioridad a los peatones y favorezca el contacto humano. “No es un problema de tráfico ni de dinero, es un problema cultural en el que hemos dejado al automóvil ser el protagonista”. Pero no dejó que el público se desanimara, concluyendo que hay que tener paciencia y pasión, porque «cuando uno tiene un buen objetivo hay que ser persistente».

La ponencia de Ana Gascón (directora de la estrategia de sostenibilidad de envases para Europa en The Coca-Cola Company), se centró en el reto 

World Without Waste (WWW), un reto que está totalmente integrado en la estrategia y en el propósito de la compañía de bebidas. Conscientes de que el mundo tiene un problema en gestión de residuos, afirma que desde la compañía son responsables, pero también quieren “formar parte de la solución”. Por ello están trabajando en tres líneas de acción: sobre el diseño de los envases, la recogida y reciclaje de envases y las alianzas entre todos los miembros de la industria y las instituciones. 

De la escasez a la abundancia

La ambición genera interés, tal como apuntó Daniel Truran. Y la genera no solo para clientes, empleados y comunicadores, también para los inversores, porque la ambición genera impacto, orgullo y resultados. Y en esta realidad “ganan los que saben moverse de la escasez a la abundancia”. Algo que se consigue a través del conocimiento de otras personas, la escucha generativa que genera empatía y busca propósitos comunes entre empleados, y los círculos de influencia. El mayor experto en B Corp de nuestro país asegura que más importante que obtener certificaciones, es tener ambición por ser mejores: «Los sellos son necesarios, pero son más importantes las narrativas porque pueden crear nuevas realidades».

Dimensión solidaria

En cada edición, Géiser escoge un proyecto al que destina todos los beneficios de la venta de entradas. Este año, se han dirigido a la Fundación Foresta, cuya misión principal es recuperar, mantener y conservar las masas forestales de Canarias. El proyecto Crecer con Raíces impulsa el futuro sostenible desde el aula, implicando a 1.800 alumnos de 5 colegios de Tenerife que crearán su propio espacio verde en los centros a partir de los árboles obtenidos de los beneficios del foro.