El vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE), Luis de Guindos, ha indicado este miércoles que, a pesar de que el crecimiento en el segundo trimestre del año fue más débil de lo esperado, la economía de la eurozona acabará pisando el acelerador, aunque persistan los riesgos a la baja.
«Esperamos que la recuperación se consolide con el tiempo, ya que el aumento de los ingresos reales y la desaparición gradual de los efectos de la política monetaria restrictiva deberían apoyar el consumo y la inversión», ha explicado Guindos en una conferencia celebrada en Riga (Letonia).
Además, el exministro español de Economía durante la etapa de gobierno de Rajoy ha afirmado también que la recuperación se verá alentada por el dinamismo de las exportaciones y el alza de la productividad, cuya mejora ha sido «especialmente débil» desde el estallido de la pandemia.
Guindos ha apuntado a que la evolución de la productividad no solo obedece a factores cíclicos que se ven agudizados por la «relativa rigidez» del mercado laboral europeo, que dificulta a las empresas ajustar sus niveles de empleo durante episodios de bajo crecimiento e impulsa la «retención de empleo».
A este respecto, ha reconocido que la baja productividad en la eurozona se ha visto condicionada por la ralentización de este indicador durante las últimas décadas. Esta circunstancia estaría pesando sobre la actividad económica actual y sus perspectivas a medio plazo, máxime, ante la emergencia demográfica.
«La población disminuye y nuestras sociedades envejecen, por lo que el mantenimiento de la mano de obra dependerá de tasas de participación más elevadas, especialmente entre las mujeres y las personas mayores, junto con políticas de inmigración bien diseñadas para hacer frente a la escasez de mano de obra y apoyar el crecimiento a largo plazo», ha augurado Guindos.