Los transplantes fecales podrían utilizarse algún día como terapia para restaurar la función cognitiva en los ancianos, según una nueva investigación de la Universidad de East Anglia (Reino Unido), la Universidad de Florencia (Italia) y el Instituto Quadram (Rino Unido).
Este nuevo estudio, publicado en la revista científica ‘Microbiome’, muestra cómo los trasplantes fecales de ratones de mayor a menor edad alteraron su microbioma intestinal, lo que a su vez impactó en su aprendizaje espacial y en su memoria. El equipo de investigación espera que al revertir el procedimiento se pueda algún día ver cómo el trasplante fecal se utiliza para combatir el declive cognitivo entre los ancianos.
«Recientemente, la existencia de una comunicación bidireccional entre el intestino y el cerebro, conocida como el ‘eje intestino-cerebro’, ha surgido como un actor importante en la conformación de aspectos del comportamiento y la función cognitiva. Queríamos ver si la transferencia de microbios intestinales de los ratones más viejos a los más jóvenes podría afectar a partes del sistema nervioso central asociadas con el envejecimiento», apunta otro de los autores, David Vauzour.
El equipo de investigación realizó transplantes de heces de ratones adultos mayores a ratones adultos más jóvenes y luego evaluó a los adultos jóvenes en busca de marcadores como la ansiedad, el comportamiento exploratorio y la memoria.
Después del trasplante, el equipo encontró diferencias significativas en los perfiles microbianos de los ratones jóvenes. Si bien los adultos jóvenes no mostraron cambios significativos en los marcadores de ansiedad, comportamiento exploratorio o actividad locomotora, sí mostraron un deterioro en el aprendizaje espacial y la memoria, según se midió en una prueba de laberinto.
Estos cambios fueron paralelos a las alteraciones en la expresión de las proteínas asociadas con la plasticidad sináptica y la neurotransmisión, y a los cambios en las células de la parte del hipocampo de sus cerebros, responsables del aprendizaje y la memoria.
«Nuestra investigación muestra que un transplante fecal de un donante viejo a un receptor joven causa un cambio asociado a la edad en la composición de la microbiota intestinal. El procedimiento tuvo un impacto en la expresión de las proteínas implicadas en las funciones clave del hipocampo – una parte importante del cerebro que tiene un papel vital en una variedad de funciones incluyendo la memoria, el aprendizaje pero también en la navegación espacial y el comportamiento emocional y el estado de ánimo. En resumen, los ratones jóvenes comenzaron a comportarse como los ratones mayores, en términos de su función cognitiva», destaca Vauzour.
Aunque queda por ver si el trasplante de donantes muy jóvenes puede restablecer la función cognitiva en receptores de edad avanzada, los resultados demuestran que los cambios relacionados con la edad en el microbioma intestinal pueden alterar los componentes del sistema nervioso central.
«Este trabajo pone de relieve la importancia del eje intestino-cerebro en el envejecimiento y proporciona una sólida base para concebir terapias destinadas a restablecer una microbiota de tipo juvenil para mejorar las funciones cognitivas y la calidad de vida de los ancianos», añade Claudio Nicoletti, de la Universidad de Florencia.