Pazo de Vilane: la auténtica gallina de los huevos de oro

Por Jordi Benítez

El Pazo de Vilane es una finca de Lugo que pertenece a la familia de Nuria Varela-Portas desde hace doce generaciones. Su sentido como edificio de la burguesía hidalga del siglo XVIII había desaparecido en el siglo XX. Nuria y sus padres decidieron reconvertirlo en 1996 en una granja moderna que desde hace años es un buen negocio. Cerró 2020 con 140.000 gallinas, 36 empleados y una facturación de 8 millones de euros. Anualmente venden unos cuatro millones de docenas de huevos.

La gran artífice del cambio es Nuria Varela-Portas. Emigró a Madrid con su familia cuando tenía seis años. Tras pasar veinte años en la capital, estudiar Económicas y trabajar en Londres “en lo que podía”, comprobó que la gran ciudad no era para ella. Escribió a sus padres para revitalizar la finca familiar y lo está logrando.

La clave ha estado en una innovación: apostar por la cría de aves en libertad. “Cuando salimos era un producto que no estaba en el lineal de los supermercados. Sólo había huevos de gallinas enjauladas. Hoy en día la proporción es de 80%-20% a favor de nuestro modelo”, afirma Nuria Varela-Portas.

La otra clave ha sido la presentación del producto. En lugar de las clásicas hueveras que venden en docenas, Pazo de Vilane comercializa sus huevos en unas cajas singulares. Llamaron la atención desde el principio y han sido copiadas por sus competidores con el paso de los años.

Estas dos ventajas competitivas han ido impulsando significativamente el negocio. Buena parte de sus ventas es en Madrid, pero comercializan en toda España. El extranjero no se lo plantean “porque no es posible. No somos industriales: somos una granja pequeña de gestión sostenible. Además, la demanda nacional crece al mismo ritmo que nosotros. No necesitamos salir fuera. Nuestro modelo implica también trabajar lo más cerca posible del lugar de producción”.

La pandemia no ha perjudicado el negocio de Pazo de Vilane. De hecho, sus ventas han subido casi un 20%. “El cierre de la hostelería ha llevado a comer más en casa. Al distribuir nosotros a consumo final (tiendas, supermercados), nos hemos visto favorecidos, porque el huevo es un alimento esencial”, admite Varela.

El bienestar animal producido por vivir al aire libre y la diferente alimentación podría llevar a pensar en una mejora de la calidad del producto final. Varela reconoce que un huevo es un huevo, aunque cada uno tiene su sabor según quién lo produzca: depende de la alimentación, de si la gallina pastorea o no, etc. Aun así, más que por el sabor, piensa que la mejora de sus ventas puede llegar por los valores: “Quienes compran tienen cada vez más información; sobre todo, la gente jo- ven está más acostumbrada a buscarla y a elegir en función de lo que hay detrás de un producto”.

El mercado alternativo crece. El consumo de huevos de gallinas al aire libre aumenta frente a los procedentes de enjauladas, pero Varela piensa que hay hueco para todos. Pazo de Vilane se diferencia por el mayor cuidado de las gallinas y el pro- ducto, que es su baza frente a la mayor capacidad de inversión de sus competidores. “Incurrimos en costes que las grandes empresas no quieren asumir. Requiere una dedicación, un cuidado y un esfuerzo que ellos no pueden dedicarle. Son modelos distintos”, estima Varela.