El consejero delegado (CEO) de Mercedes-Benz, Ola Källenius, advierte de que la decisión de la Comisión Europea sobre la imposición de aranceles a la importación de vehículos eléctricos y otros productos procedentes de China es «inminente», según ha declarado el directivo alemán en una conferencia sobre la industria.
Inicialmente la decisión debería tomarse el pasado 5 de junio, aunque se pospuso hasta después de las elecciones europeas de este fin de semana para evitar contratiempos en las urnas.
Källenius volvió a subrayar durante su intervención su postura en contra de las restricciones comerciales a imagen y semejanza de las trabas impuestas por Estados Unidos durante las últimas semanas. Reconoce el directivo del fabricante que las normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC) no impide que algunos países apoyen –a través de subsidios estatales– a sus productores nacionales.
«Es mejor contrarrestar estas prácticas con estímulos comerciales en vez de proteccionismo, especialmente en el caso alemán con una fuerte orientación hacia las exportaciones», ha comentado el CEO de Mercedes-Benz.
A cierre de 2023, los mercados más importantes para Mercedes-Benz fueron China, con el 36% de las unidades vendidas, seguido de Estados Unidos, con un 15%; Alemania, con un 11%; y el resto de mercados europeos (Unión Europea, Reino Unido, Suiza y Noruega), con un 21%.
Las acciones del fabricante de vehículos retroceden en la sesión de este viernes en la Bolsa de Valores de Frankfurt un 0,59%, hasta cotizar sobre los 65,39 euros por título, tras incrementar más de un 3% su capitalización desde enero.
EL PROBLEMA DE CHINA PARA EUROPA
Así las cosas, uno de los retos más acuciantes para el sector del automóvil europeo sigue siendo la guerra comercial con China. Los aranceles que la Unión Europea tiene previsto aprobar a la importación de vehículos eléctricos procedentes de China podrían costarle a Pekín casi 4.000 millones de dólares (más de 3.600 millones de euros) en intercambios comerciales con el bloque comunitario.
En consecuencia, el número de vehículos eléctricos chinos importados a la UE se reduciría en una cuarta parte –unos 125.000 coches– si Bruselas impusiera un arancel del 20%, acorde a los datos ofrecidos en el último análisis sobre la economía mundial del Instituto Kiel.
Las ventas de vehículos de producción local –puramente europea– aumentaría, probablemente, en la misma proporción.
De momento, China no ha anunciado oficialmente ninguna represalia, aunque Pekín ha señalado que está dispuesta a imponer aranceles de hasta el 25% a los automóviles importados con motores de gran cilindrada, lo que afectaría sobre todo, a Mercedes-Benz y BMW.