La agencia especializada en comunicación turística en España, Grupo RV Edipress, tiene claro cuáles son los rincones que nadie se puede perder en la próxima escapada. Dentro y fuera de las fronteras, hay un viaje, una experiencia, una vivencia esperando por aquellos aventureros que necesitan escribir más capítulos en su libro de viajes.
Indómito, mágico y siempre bello… ¡Marruecos! Centinela del Atlas, el país vecino esconde verdaderos tesoros que necesitan ser descubiertos y admirados. Si hay algo que caracteriza a esta tierra es su exquisita versatilidad. Desde conjuntos que son Patrimonio Mundial de la UNESCO, como las Medinas de Marrakech, Fez o Tetuán, Marruecos es tierra de contrastes cautivadores que deslumbra a los viajeros con su historia, cultura y paisajes deslumbrantes.
Del bullicio de los zocos y la exquisita arquitectura islámica, hasta las vastas dunas doradas del Sahara, Marruecos ofrece una experiencia única. La mágica ciudad azul de Chefchaouen, con sus casas encaladas y calles pintadas de azul, crea un escenario pintoresco que cautiva a los visitantes. No se puede pasar por alto la hospitalidad de la gente marroquí y la deliciosa cocina, que fusiona sabores vibrantes y aromas exóticos.
Túnez, joya del norte de África. Mezcla única de historia, playas impresionantes y una rica herencia cultural. La medina de Túnez, declarada Patrimonio de la Humanidad, transporta a los visitantes a un laberinto de callejones llenos de colores vibrantes y aromas cautivadores. Las ruinas de Cartago, con sus columnas majestuosas, ofrecen un vistazo fascinante a la antigua civilización fenicia. Pero es en el desierto del Sahara donde la magia alcanza su punto culminante, con oasis serenos y dunas de arena que se extienden hasta donde alcanza la vista. La isla de Djerba, con sus mercados bulliciosos y arquitectura única, agrega una dosis adicional de encanto. Túnez, con su historia milenaria y paisajes impresionantes, se revela como un destino que cautiva todos los sentidos.
Benicàssim, un destino de época. Más que un destino de sol y playa. Más que un destino de festivales de música de primer nivel internacional. Más que un rincón del Mediterráneo en el que dejar volar la imaginación y olvidarse del reloj… Porque Benicàssim es eso y mucho más ¡Es un destino de época! Si Luis García Berlanga lo tuvo claro cuando en 1954 rodó Novio a la vista, abriendo la posibilidad de pensar en esta ciudad como un plató de cine, es que no hay excusas posibles. ¡Benicàssim es el destino! Una ciudad a orillas del Mediterráneo con una luz espectacular, un clima suave y un sinfín de posibilidades, eventos, festivales, rutas y citas imprescindibles que no pueden faltar en la agenda de cualquier viajero ávido de destinos diferentes y con algo que ofrecer.
Un rincón de Galicia con mucha ‘estrella’. Cinco puntos: Muros, Outes, Lousame, Porto do Son y Noia, conforman un destino que respira sencillez, hospitalidad y calma. Una ría, que con sus cinco concellos conforma cinco puntas, justo como una estrella, y de ahí su nombre, ‘Ría da Estrela’. Los que son de allí la consideran un espejo, ya que todos se ven reflejados en los vecinos que tienen en frente. La sencillez antes mencionada, reside en mantener sus tradiciones intactas, su esencia, que impregna cada rincón, cada río, cada playa, cada calle repleta de historia. Ese gótico marinero, esa gastronomía con sello e identidad, los miradores, los kilómetros y kilómetros de carreteras para recorrerlas sin reloj; casi tantos como kilómetros de costa por las que pasear mientras queden fuerza en los pies…
El arte mueble, un bien de valor incalculable que descubrir en Llerena. A la ‘pequeña Atenas de Extremadura’ se llega con unas expectativas que luego quedan cortas. Este municipio es una auténtica sorpresa. Es alma, es calma, es auténtico, es mimético, es uno de esos lugares en los que dejarse llevar… Llerena es una localidad con un potencial turístico enorme en el que destacan, sobre todo, sus gentes, su forma de entender la vida, su alma y su forma de abrazar al viajero. Pasear por sus calles, vestidas de blanco y salpicadas de hierro forjado que engalana las fachadas de las viviendas, es todo un placer. Una experiencia muy personal de cada visitante que va escribiendo su propia historia mientras pasea, con calma y en paz, por su entramado de callejuelas y plazas, adornadas con flores y palmeras, que aportan sosiego y un silencio monástico que permite observar los miles de detalles y rincones que se van encontrando a su paso.