En el complejo tejido de la vida, a veces, las personas se encuentran atrapadas en una maraña de deudas, enfrentando decisiones difíciles entre necesidades básicas y pagos pendientes. Esta es la historia de una mujer que pretende ser un conmovedor recordatorio de las luchas a las que muchos se enfrentan. Es un testimonio del poder de la perseverancia y la búsqueda de ayuda en momentos difíciles. Su liberación de deudas no solo representa un alivio financiero, sino también un renacimiento emocional. La luz al final del túnel puede estar a solo una llamada de distancia. Y esa llamada se la dio Alejandro Vila, abogado de Cerciora, la cual cambió su vida por completo.
Este testimonio, como muchas personas, se vio obligada a elegir entre alimentarse y pagar sus deudas. La carga financiera la llevó a depender de la caridad de otros, afectando no solo su bienestar físico, sino también su matrimonio y su capacidad para encontrar empleo. Figurar como deudora le impidió hasta trabajar, sumiéndola en años de dificultades. La afectada lo explicaba así: “Yo tenía que elegir entre comer y vivir y gracias a la calidad de mis hermanos, de mis compañeros, de mis jefes, pues podía sobrevivir todos estos años. Encontré un trabajo y debido a que era morosa me dijeron que no podía optar a trabajar porque, como era para vender seguros, saltaban en las claves como que yo era amorosa. Y una de las cláusulas que ponen para vender seguros es que tienes que estar limpia de morosidades”.
Cerciora consigue eliminar toda su deuda
El momento crucial llegó cuando Alejandro Vila, abogado de Cerciora, le informó que su deuda había sido completamente exonerada. La carga que la había atado durante tanto tiempo desapareció, permitiéndole comenzar de nuevo. La resolución se publicaría en el BOE, garantizando que el banco no emprendería acciones legales contra ella. “Bueno, vengo del juzgado con una excelente noticia para ti. Vengo con el regalo de los Reyes Magos por anticipado. Mira, a partir de hoy, 9 de noviembre, ya no debes nada a nadie. Tengo una resolución judicial que te exonera por completo de la deuda”.
Con la libertad recién adquirida, la afectada aspira a construir un nuevo capítulo en su vida sin las sombras de las deudas. Quiere conservar su propiedad y superar las luchas que la han definido durante demasiado tiempo. “Ha sido difícil, -comenta- muy difícil porque yo soy pagadora. Soy hija de banquero y el paso ha sido costoso. Dejé de pagar más o menos cuando empecé a hablar con vosotros porque estaba ya agobiada, ya no sabía qué hacer. Pasaba con un paquete de Bimbo o dos al mes para intentar darle de comer a mi hija, a mi nieta, para pagar la luz, el agua, la calefacción…”.
Hay que creer en la Ley de Segunda Oportunidad
Inicialmente escéptica, la afectada encontró en Cerciora un aliado comprensivo y efectivo. “Como me han engañado tanto, pues estás como que desconfías ya de todo. Yo en un principio me decía que esto de la Ley de Segunda Oportunidad no podía ser que existiera, que yo me pudiera librar de todas mis deudas. De hecho, cuando os conocí estaba bastante mal y hablé con mis familiares. Ellos me decían que parecía un cuento de hadas. Ahora sí que me lo creo todo.
La empresa no solo la liberó de la deuda, sino que también la ayudó a eliminar su historial de riesgo crediticio. Su testimonio destaca la importancia de buscar ayuda y confiar en procesos legales confiables. “A mí es que esa casa me gustaba mucho. Yo se la quería dejar a mis hijas como un pequeño legado, pero, claro, tuve que decidir entre comer o vivir. Hasta había pedido un préstamo para poder pagar las deficiencias que no llegaba. Ahora solo quiero quedarme limpia de deudas porque esto ha sido un lastre de mi matrimonio, una mala decisión donde el banco me puso entre la espada y la pared. A mí me dijeron en su día que me podría subir la hipoteca cada 10 años unos 10 €, 20 €, 100 € como mucho. La sorpresa que fue que el primer año ya me subieron 100 €, al siguiente otros 100 € y claro, ya se me montó 700 y pico euros y yo dije Dios mío ya no llegas. Luego, el banco me hizo otra. Me dijeron de hacer una carencia donde no había intereses. Pero después, claro, más tarde vienen los intereses. El lío me lo hicieron la directora del banco, que quería firmar de un día para otro, y mi marido, que falsificó mi firma. Al llegar a casa me encontré que ya estaba todo hecho”.
La hipoteca se convirtió en una carga creciente, afectando su vida diaria. Presionada a firmar apresuradamente, su firma fue falsificada y los pagos aumentaron injustamente. “Yo iba a comprar una casa más honesta, más bajita de precio, pero me engancharon, vendí mi casa por medio del banco y cuando entré a firmar la otra casa que iba a comprar me dijeron no firmes porque ha salido una resolución de lo de la ley de la protección oficial y no te van a poder dar el 100 % de la hipoteca. Esa fue la primera que me hicieron en el banco”.
Alejandro le explicaba la resolución de su caso: “Tú tenías 148.000 € de deuda, incluido la hipoteca. Mira, la deuda que no es hipoteca desaparece por completo. Después, el piso. En la resolución que se ha conseguido ahora mismo el banco, cuando subaste el piso, la parte de deuda que no se cubra con la venta del piso también estará exonerada. Con lo cual, estate plenamente tranquila porque esto es una resolución oficial que va a ser publicada en el BOE y lo más normal es que el banco te llame la semana que viene para intentar negociar contigo la dación en pago del inmueble”.
Ley de Segunda Oportunidad: desafiando la estigmatización financiera
Esta legislación representa un faro de esperanza en un océano de dificultades financieras, ofreciendo a individuos y familias una vía para liberarse del peso abrumador de las deudas y reiniciar sus vidas con dignidad.
Todas las personas, en algún momento, pueden enfrentarse a circunstancias económicas adversas. La pérdida de empleo, enfermedades imprevistas o situaciones económicas volátiles pueden llevar a cualquiera a la espiral de la deuda. La Ley de Segunda Oportunidad reconoce la realidad humana y proporciona un salvavidas en tiempos de tormenta financiera.
La estigmatización asociada con la deuda puede ser devastadora, afectando la salud mental, las relaciones y las oportunidades laborales. La Ley de Segunda Oportunidad aborda esta cuestión, permitiendo a las personas liberarse de las deudas y restaurar su dignidad. Cada individuo merece la oportunidad de aprender de las dificultades financieras y avanzar sin el estigma perpetuo de las deudas pasadas.
Contrariamente a la creencia popular, la Ley de Segunda Oportunidad no fomenta la irresponsabilidad financiera. Más bien, proporciona un sistema equitativo que reconoce que las personas pueden enfrentar desafíos fuera de su control. Además, establece procesos estrictos para garantizar que aquellos que buscan la segunda oportunidad demuestren su compromiso y responsabilidad a lo largo del tiempo. Permitir a las personas liberarse de las deudas no solo beneficia a los individuos, sino que también contribuye a la salud económica general. La recesión personal a menudo se traduce en recesión económica. Al brindar a las personas una segunda oportunidad, la Ley estimula la actividad económica al permitir que los individuos participen plenamente en la sociedad, inviertan y contribuyan al crecimiento económico.
La Ley de Segunda Oportunidad promueve la equidad y el acceso a la justicia. No se debería vivir en una sociedad donde aquellos que enfrentan dificultades económicas se vean atrapados indefinidamente en un ciclo interminable de deudas. Esta legislación trabaja para nivelar el campo de juego, brindando a todos la oportunidad de comenzar de nuevo.
En conclusión, la Ley de Segunda Oportunidad es un faro de esperanza, un recordatorio de que, incluso en tiempos difíciles, hay una salida hacia la recuperación financiera y la restauración de la dignidad. Abogar por esta legislación no es solo abogar por el individuo, sino también por una sociedad que valora la resiliencia y la oportunidad de redención.