Renovemos las renovables

Por Redacción

La emergencia climática y ambiental es una realidad incuestionable sobre la que existe un consenso científico, político y social. Sin embargo, la articulación de una transición que ofrezca respuestas a la salida de la crisis genera dudas, desconfianzas y, evidentemente, conflictos.

Las múltiples voces de aquellas personas que verán sus territorios afectados por el despliegue de las energías renovables han ocupado su lugar en el debate público. Agricultores, ganaderos, vecinos e, incluso, miembros de instituciones públicas y privadas, han pronunciado sus incertidumbres y resistencias ante las transformaciones que llegan al entorno doméstico y laboral.

Desde el proyecto Eudemon, tratamos de analizar dichos recelos, comprender sus motivaciones y hallar colectivamente las respuestas que permitan resolver, e incluso prevenir, los previsibles conflictos.

En las labores de investigación acerca de las múltiples casuísticas en torno al desarrollo de las renovables, conocí a Antonio, un pastor que lleva décadas trabajando en la comarca del Andévalo, Huelva. Me expuso los reparos que sintió al conocer el proyecto de una planta fotovoltaica que iba a instalarse en las dehesas por las que pasta su rebaño. El mismo tipo de recelos que había constatado en las entrevistas con la cooperativa cerealista de Valdorba, en Barasoain (Navarra), que me describieron los temores de los agricultores ante las afectaciones que podían generar en sus campos la llegada de los aerogeneradores. Poco antes, también había conocido como en Ciutadella, en la isla de Menorca, asociaciones ciudadanas de defensa del patrimonio y de la biodiversidad se habían opuesto a la ampliación de un parque fotovoltaico que impactaba de lleno en el patrimonio natural, etnológico y paisajístico del entorno del paraje de Punta Nati.

Estos tres casos ilustran de forma precisa la realidad de las resistencias territoriales en el debate en torno a la implantación de las centrales de energía renovable y la inexcusable necesidad de obtener, más allá de la autorización administrativa, procesos de participación orientados a recibir la llamada licencia social. En los tres ejemplos, las acciones de información, diálogo y participación con la ciudadanía han ayudado a la resolución del conflicto y al éxito del proyecto, y son referente inspirador para otros. Y ellas han motivado una connstructiva iniciativa, Renovemos las renovables, donde distintas asociaciones sociales buscamos mostrar que hay otra cultura, otra forma de hacer el desarrollo renovable desde el respeto y la participación local.

De hecho, hoy, en tierras de la Puebla de Guzmán las ovejas de Antonio pastan entre placas solares que les propician sombras y pastos, y ellas ofrecen a cambio un entorno limpio y libre de herbicidas. Ancladas en el suelo y adaptadas a la ondulada orografía, las instalaciones podrán ser retiradas al final de su vida útil sin dejar huella, garantizando la restauración del entorno. Mientras, produce 50 MW, evita la emisión anual de 15.000 toneladas de CO2 y  es fuente de generación de empleo en una comarca en despoblación desde el desmantelamiento de su minería. Actualmente, la fotovoltaica de Andévalo contribuye a la fijación de población con empleo de calidad, además de un apoyo a sectores tradicionales de la comarca, como la apicultura, pues la inclusión de 165 colmenas y el cultivo de plantas aromáticas convierte la instalación en el mayor colmenar fotovoltaico del mundo.

Por su parte, en Barasoain, la información, el diálogo y las compensaciones que garantizan el retorno de los beneficios permiten convivir a molinos y agricultores. El parque eólico, además de dinamizar la economía local, ha sido la base de un desarrollo industrial que proporciona cientos de empleos y formación profesional en la comarca. Preservar la biodiversidad es clave: mecanismos de vigilancia de la avifauna permiten parar el giro de las aspas de los aerogeneradores ante la detección de riesgo de colisión y evitan electrocuciones con la minimización y adaptación de las líneas de evacuación y la presencia de salva-pájaros a lo largo de su extensión.

Finalmente, en Menorca, el acuerdo entre la promotora y las entidades locales, con la mediación de la administración insular, permitió poner fin al conflicto judicial, redimensionar las instalaciones, respetar el paisaje, restaurar el patrimonio arquitectónico de la zona y sentar un precedente que será norma en el desarrollo de futuras instalaciones en la isla (todas estas historias están en renovemoslasrenovables.es).

Y desde Eudemon trabajamos para poner en valor la dimensión social en el despliegue de las renovables, estableciendo mecanismos para que todas las partes puedan intervenir en el reto de la transición energética, corresponsabilizándose en su despliegue y aplicando mecanismos de participación y gobernanza.

No cabe duda de que hasta ahora, buena parte de las centrales de energía renovable se planificaban de espaldas al territorio y a su gente. Pero la sociedad ha sabido exigir el ejercicio de sus derechos de información y participación y ya hay ejemplos inspiradores de esos avances. Experiencias que indican el camino para que la tradición y la identidad propia de los territorios se preserve, en incluso potencie, con una acción decidida frente al mayor reto medioambiental al que se enfrenta nuestra generación. Las renovables son una necesidad y renovarlas es una obligación.

 

Jaume Moya i Matas,

Codirector del Projecte Eudemon