Han pasado 75 años desde que el 7 de mayo de 1946, Ibuka y Morita tuvieron la visión de crear una empresa de electrónica, bautizada por entonces con el prosaico nombre de Tokyo Tsushin Kogyo K.K., más conocida como Totsuko, y que a la postre y gracias a la estrategia de internacionalización, pasaría a ser mundialmente conocida como Sony Corporation. Lo que en un principio pretendía ser la Philips de oriente próximo, se ha transformando en un gigante tecnológico sin parangón, con varios hitos en su dilatada trayectoria comercial. Entre los grandes inventos soñados por Ibuka y Morita destacan: el primer televisor portátil, el primer televisor en color, el revolucionario reproductor de música portátil Walkman, el primer videograbador doméstico Betamax, el primer lector de CD y Blu-ray, las primeras videocámaras compactas, la consola de videojuegos PlayStation, y un largo etc.
No obstante, en sus inicios, la empresa fundada por el ingeniero Massaru Ibuka y el físico Akio Morita era una compañía que se dedicaba a reparar equipos electrónicos, posteriormente empezaron a adaptar todo tipo de aparatos de radio y convertidores de onda corta, para finalmente convertirse en fabricantes de voltímetros de tubo vacío para las oficinas gubernamentales japonesas. La nueva compañía no tenía maquinaria y el equipamiento era escaso. Sin embargo, en pocos meses, Ibuka y Morita empezaron a crear nuevos mercados, capitalizando 190.000 yenes.
A partir de la década de los cincuenta del siglo XX, ya como Sony, lanzan el primer receptor de radio basado en transistores que fue un éxito comercial inmediato. De este modo, empieza la dilatada y fructífera historia de lanzamientos de dispositivos innovadores y componentes electrónicos que revolucionarían la tecnología, especialmente las décadas de los años setenta y ochenta. El origen del nombre es fruto de la combinación de varios conceptos: uno es el vocablo latino sonus, que es la base etimológica de sonido y, por otro lado, sonny boy, una expresión popular que se utilizaba en Japón en aquellos años para describir a una persona de espíritu libre y vanguardista. Justo lo que querían transmitir sus fundadores como ‘leitmotiv’ de la compañía.
En 1960, alcanzan otro hito al comercializar el primer televisor portátil del mundo. Unos años después, vuelven a dar un golpe de efecto con el legendario televisor Trinitron a todo color. Este avance hacia la televisión doméstica en color marcaría un antes y un después para la factoría nipona, convirtiéndose en el uno de sus productos más populares y rentables. Tal es así que, en esos años, Sony se convierte en la primera empresa japonesa en cotizar en la Bolsa de Nueva York. Acto seguido, el genio creador en la sombra que era Massaru Ibuka apuesta por lanzar la primera videograbadora a color, precursora de otro de sus más revolucionarios inventos: el vídeo grabador doméstico Betamax SL-6300. Un formato que proporcionaba una calidad de imagen impensable pero que acabaría perdiendo cuota de mercado frente al VHS, al no compartir su patente, cosa que sí supieron gestionar desde JVC.
Coincidiendo con este pequeño revés comercial, el discreto Ibuka, que había renunciado a su cargo de presidente tras veinte años (1950-1971) para incorporarse al de presidente del consejo durante los siguientes cinco años (1971-1976), decide dejar la compañía para mantenerse como asesor hasta su fallecimiento en 1997. Siempre a la sombra de Akio Morita, su papel fue de gran relevancia en los hitos comerciales de Sony. No hay que obviar que ya en la universidad apodaban a Ibuka como el ‘genio inventor’, por su gran capacidad para adaptar tecnologías del ámbito profesional al doméstico. En cualquier caso, su visión creativa se antoja como fundamental no sólo en el desarrollo de la tecnología de transistores sino en el diseño de dispositivos cada vez más compactos y ligeros.
Aún así, Morita supo continuar su legado durante la década de los ochenta con legendario reproductor estéreo personal, conocido como Walkman. Otro hito sin precedentes en cuanto a ventas que revolucionó la forma de disfrutar de la música. Tal fue el éxito comercial de estos pequeños reproductores, que la revista Time llegó a cuantificar la cifra de unidades vendidas en más de 200 millones.
Otro ingenioso avance tuvo lugar en 1979 gracias merced a una colaboración con Philips para fijar los estándares de un nuevo formato. Había llegado otra revolución de formato que llamaron disco compacto o CD. Un pequeño disco de tan sólo 115 mm de diámetro, capaz de contener pistas musicales o datos de ordenador, cuya lectura tenía una velocidad de acceso impactante por entonces.
El resto de la década estuvo marcada por mejoras en el ámbito de la imagen, como el lanzamiento de la videocámara de mano, la primera en incorporar grabación en sistema Beta y, posteriormente, otro modelo en cintas de 8mm. Y en 1989, llega la mítica Handycam de tan sólo 790 gramos de peso, lo que propició una versatilidad sin precedentes.
En la década de los noventa, Morita impulsa un profundo proceso de americanización de la empresa, impulsado por el afán de seguir internacionalizando la producción y distribución de sus productos. En esos momentos, incluso el idioma oficial de la compañía pasa a ser el inglés y el mercado de mayor demanda, el norteamericano. En esos años, otra de las guerras comerciales estaba en el sector de los videojuegos y Sony supo estar a la altura, lanzando la consola de mayor éxito comercial de todos los tiempos. La PlayStation fue la primera en incorporar la unidad de CD-ROM y, en las siguientes generaciones, el Blu-ray, otra patente que volvió a desarrollar conjuntamente con Philips.
Poco a poco la influencia de Morita se va diluyendo en la compañía tras dejar el cargo de presidente el 25 de noviembre de 1.994. Pese a que se mantuvo como consejero hasta su fallecimiento a finales de 1.999, su impronta se iría diluyendo poco a poco. Atrás, dejaba una empresa que forma parte del imaginario colectivo. Responsable de importantes avances tecnológicos y comerciales que han revolucionado nuestra forma de entender el ocio del siglo XXI. No en vano, Masaru Ibuka y Akio Morita tenían como misión esencial «crear productos innovadores que ayuden a realizar los sueños de los clientes».
Bibliografía recomendada:
Akio Morita publica en 1986 su autobiografía titulada Made in Japan, que fue vilipendiada por la crítica al resultar excesivamente pretenciosa y complaciente.
Por su parte, Massaru Ibuka cosechó 1971 muy buenas críticas por su libro El jardín de niños ya es muy tarde, en el que defendía la tesis que el aprendizaje humano más significativo tiene lugar entre los nueve meses y los tres años de edad.