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Ante la situación de emergencia, la ONG española trabaja en la región de Hatay, la más golpeada por los seísmos
La ONG española Global Humanitaria sigue proporcionando ayuda de emergencia en la región de Hatay dos meses después de los terremotos que han causado más de 50.000 muertos en Turquía y prácticamente 6.000 en Siria. Además, cerca de 24 millones de personas resultaron afectadas y 2,2 millones se han quedado sin hogar.
Únicamente en Hatay, la región más golpeada por los seísmos, han perdido la vida más de 21.000 personas y más de 24.000 resultaron heridas. En esta zona del sur de Turquía, uno de los centros culturales y turísticos del país, el paisaje es apocalíptico. En la ciudad histórica de Antioquía (360.652 habitantes) o la costera Samandag (121.109 habitantes) prácticamente el 100% de los edificios colapsaron o no se pueden volver a habitar. Todo ello ha abocado a su población a un modo de supervivencia que les obliga a hacinarse en improvisados campamentos. Las lluvias, la falta de productos de higiene, aseos, duchas o ropa limpia ha provocado, que, tras más de 50 días, las enfermedades epidemiológicas e infecciones empiecen a extenderse.
Samandag se ha convertido en el paradigma de la emergencia más extrema. No existen asentamientos oficiales y las familias se agolpan en ríos de tiendas a ambos lados de la carretera que se adentra en la ciudad. Miles de personas sin otra escapatoria que acercarse a la vía principal para contar con más opciones de recibir la ayuda que llega en camiones o furgonetas. En ese sentido, Global Humanitaria identifica las necesidades de cada familia y les traslada productos de higiene o comida directamente en sus refugios.
Aquí cada familia guarda historias como la de Damla, de 22 años, y sus tres hijos, que siguen compartiendo una pequeña carpa de plástico con nueve personas más. Entre ellas una enferma de cáncer y dos personas con problemas cardíacos que no pueden acceder a su tratamiento. «Llevamos la misma ropa desde el día del terremoto y seguimos sin poder ducharnos o ir a un baño», comenta Damla.
Además, en Samandag, centenares de las víctimas de esta crisis han optado por ocupar invernaderos ante la imposibilidad de conseguir una tienda. El doctor Emin, voluntario en la zona, advertía de los grandes riesgos de protegerse en este tipo de construcción. «La temperatura en los invernaderos crece exponencialmente y no hay entradas de aire. La desesperación ha llevado a la gente a amontonarse en estos espacios que ponen en peligro su vida».
El propio doctor Emin señalaba que «la falta de ropa interior limpia está ocasionando muchos casos de infecciones y la población también está sufriendo de plagas de piojos y pulgas. Necesitamos que la atención médica llegue a todo el mundo. La mayoría de ellos no cuentan con los medios necesarios para desplazarse a los hospitales que están operativos. La situación, dos meses después, es de extrema emergencia».
Si hasta ahora las lluvias han comprometido la supervivencia en las tiendas, el calor que está por venir puede ser un factor que todavía agrave más su situación.
Fuente Comunicae